Tras de explorar el racismo que existe en nuestra vida más cotidiana, a pesar de que, a menudo, no lo queramos ver con Negrata de mierda, la dramaturga y directora Denise Duncan da un paso adelante en su carrera con esta nueva propuesta. El combate del siglo supone todo un crecimiento artístico para la creadora por varios motivos: el montaje es mucho más grande y ambicioso, la trama que explica es más intrincada y, además, se basa en un personaje real, cosa que siempre suma complejidad al proyecto.
Afortunadamente, Duncan sale muy bien parada del reto, consiguiendo un espectáculo que luce y que, con sus recursos escénicos, nos transporta rápidamente a la época histórica y coloca con audacia todos los temas de los que le interesa realmente hablar: el racismo, las consecuencias del éxito, el amor y el destino. Quizás el texto cae, a veces, en alguna repetición y, por lo tanto, le hubiera beneficiado cierto recorte. Sin embargo, hay que decir también que, musicalmente, el show es toda una delicia y sabe jugar con el espacio escénico y la iluminación de forma magnífica.
Es de agradecer la valentía de Duncan a la hora de hacer una apuesta arriesgada y poner en escena historias (en realidad) tan nuestras que, por motivos que todos sabemos, hasta ahora no se estaban explicando y era, a estas alturas, toda una irregularidad. Despacio, esto lo estamos empezando a reparar. Bueno, mejor tarde que nunca, ¿no?