La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico ha estrenado su nuevo espectáculo El monstruo de los jardines, una versión actualizada con una fantástica adaptación y una dirección magistral de Iñaki Rikarte que se adentra en una de las comedias mitológicas más desconocidas de Calderón de la Barca. Eso sí, al espectador no le resultarán tan desconocidos dos de sus protagonistas: Aquiles y Ulises, los dos legendarios héroes de la guerra de Troya, que en esta historia correrán suertes muy distintas.
Calderón parte de un episodio concreto del mito Aquiles en Esciros, que se encuentra dentro de la Aquileida, del poeta romano Estacio, y a partir de ahí decide convertir al joven griego en una especie de Segismundo que ha vivido privado de libertad durante 15 años y va a comenzar a descubrir el mundo en todos sus sentidos. La historia está atravesada por la guerra, de hecho, el gran tema de la obra es la obligación moral de Aquiles de ir a la guerra, puesto que el oráculo ha señalado que solo gracias a él los griegos podrán vencer en Troya. La versión de Iñaki Rikarte y su decisión de modificar el final están motivadas por el conflicto bélico. La propuesta muestra con mucho acierto cómo el destino del joven Aquiles es inevitable y al final el Estado y Ulises logran su propósito. De hecho, siguiendo la coherencia de la propia historia del mito de Aquiles, la guerra y su muerte en Troya son irrefutables. Aunque en su comedia Calderón le permitiera a Aquiles vivir su amor junto a Deidamia, y crea para ello una trama de enredo muy divertida que está muy bien potenciada en el montaje, la ventura de Aquiles era desde su propio nacimiento inevitable.
El talento de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico brilla de nuevo en un espectáculo donde, si bien hay varios personajes protagonistas, todo el elenco puede mostrarse y, sobre todo, son las escenas corales las que más evidencian el estupendo trabajo y evolución que están teniendo todos los intérpretes. El trabajo musical y de empleo del verso es verdaderamente bueno y la calidad interpretativa del reparto es bastante equilibrada.
Iñaki Rikarte ha hecho un trabajo de dirección excelente en el que crea muchas imágenes tan bellas como potentes que imprimen mucha verdad y emoción a la propuesta. Especialmente, la escena primera del naufragio y la escena final que evidencia la fatalidad de Aquiles son dos grandes muestras de ello. La plataforma giratoria aporta mucho ritmo y vistosidad a las escenas al mismo tiempo que permite una simultaneidad que funciona fenomenal. El vestuario está muy a favor de la actualización de la comedia marcada por ese final trágico. La escenografía recrea a la perfección todos los escenarios que plantea la obra y contribuye a sumergir al espectador en ese universo de contrastes que establece la belleza del jardín frente a la atrocidad de la guerra y que potencia de forma magnífica la música junto a la iluminación.
El monstruo de los jardines es un espectáculo magnífico que apuesta por la importancia de representar a nuestros mejores autores clásicos para acercar sus obras a nuestro tiempo, y que puedan seguir interpelándonos y haciéndonos reflexionar. Un Calderón que nos hable hoy y nos deje muy claro que la guerra siempre lo destruye todo y que ni siquiera los mayores héroes pueden escapar de su destino.