¡Ay, amigos, que me fui este domingo al EDP de Gran Vía a ver «Tributo a Frozen, el origen del hielo» con mis niñas de 8 y 5 años y salí congelada… ¡pero de la emoción! Si tienen peques en casa, ¡corran a sacar las entradas! La puesta en escena es una maravilla, con un vestuario que te transporta directamente a Arendelle. Lentejuelas, brillos, y una elegancia que te hace creer que de verdad estás viendo a la reina de hielo. Y hablando de Elsa, ¡qué vozarrón se gasta la actriz! Alcanza unas notas que te ponen la piel de gallina y te hacen sentir el poder del hielo en carne propia. ¡De verdad, impresionante!
Pero no solo de brillos y canciones vive «Frozen». La obra tiene un mensaje importante sobre el cambio climático, que aunque sutil, cala hondo y lo hace de una manera muy propia para ser entendible por los pequeños de la casa. Ver cómo Elsa lucha por controlar sus poderes y cómo Anna la apoya incondicionalmente, te hace reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestro planeta y de apoyarnos entre todos. ¡Un aplauso por meter estos temas en un espectáculo infantil!
Y lo mejor de todo… Ver a los niños cantando a todo pulmón «Libre Soy» y el resto de los temazos de la película es una experiencia que te llena el corazón. Se nota que las canciones son un clásico para ellos y que disfrutan cada segundo del espectáculo. ¡Es una fiesta Frozen en toda regla!
En resumen, «Tributo a Frozen, el origen del hielo» es un espectáculo redondo, con una producción cuidada, unas voces espectaculares, un mensaje importante y, sobre todo, mucha magia. Si quieren pasar un rato inolvidable con sus hijos y cantar a grito pelado, ¡no os lo perdáis!