Tenía ganas de ver esta obra porque sigo desde hace un tiempo a Mara y Teresa en sus respectivas cuentas de Instagram. Su discurso respecto a la gordofobia es claro, clarísimo, pero quería ver cómo llevaban este posicionamiento al desarrollo de una obra de teatro.
Pequeñas escenas siempre alrededor de un personaje principal: una mujer gorda. Puede parecer poco argumento de primeras, pero las palabras que aparecen en el fondo de la escena son las que realmente dan profundidad al diálogo entre los personajes, porque ponen en mayúsculas (literalmente) aquello a lo que alguien que no encaja en los cánones de belleza actuales se enfrenta cada día, con el mundo y consigo mismo(a). Culpa, miedo, éxito, fama, sexo…
En una sociedad que trata diferente a quien no cumple con el estándar, no importa cuál: raza, orientación sexual, inteligencia, religión, discapacidad, opción política o peso, como en este caso, Mara y Teresa representan los estragos de quién intenta encajar en un molde no hecho a su medida, con talento, humor, descaro y mucha incorrección política (aunque me sobraron algunos gritos porque ni el texto los necesita ni el tamaño de la sala los requiere).
Gracias Mara por ese principio cantado y ese monólogo final tan sentido. No es país para Gordas, pero lo empieza a ser gracias a este tipo de mensajes.