Gordas

Gordas lleva un año en la cartelera teatral de Madrid y no es casualidad que en lugar de desaparecer haya pasado a ocupar su lugar en la sala grande de los teatro Luchana. Gordas es una carcajada, un grito y un canto a la vida, a la diversidad y a la transversalidad de nuestras propias existencias y pieles. Es un espectáculo para aquellas a las que por no entrar en una talla no les dejaron entrar, así en general. A las que desde pequeñas les dijeron "tú no puedes comer de eso". A las que crecieron sin verse reflejadas. A las que en su vida se enamoraron, desenamoraron, soñaron, se decepcionaron, lograron lo que nunca pensarían que iban a lograr o un día decidieron que ya no esperarían más; pero a las que está sociedad les repitió una y otra vez que como mucho podían aspirar al papel secundario.

El corazón y alma de gordas tiene nombre, dos para ser exactos, el de Teresa López y Mara Jiménez. Están sublimes, entregadas y poderosas. Muestran su versatilidad y su talento, en una obra dinámica, que te engancha desde el minuto uno hasta el último, con un ritmo frenético en el que puedes atravesar todos los estados de ánimo. Gordas es una comedia tremendamente divertida de la que salí llorando y en la que una vez fuera todavía quería seguir llorando con una mezcla de sentimientos de poder y rabia. Mara y Teresa han cogido la puerta diminuta, la que según este mundo era la única entrada, le han metido una patada, la han hecho añicos y han creado un boquete enorme para que entremos todas. Las que nos pasamos la adolescencia deseando un cuerpo que nunca íbamos a tener, pensando que si nos enforzabamos un montón carbriamos en unos estándares que nos apretaban y ahogaban. Y también las que ya cabían en la puerta diminuta, las viejas, las jóvenes, las de todos los colores, matices y creencias, la de pieles lisas, arrugadas y con acné, las de la celulitis y estrías, las nerviosas, las fiesteras, las tranquilas, las monjas, las que disfrutan de sexo ocasional, las que son un ángel y un demonio, las lesbianas, las hetero, las que están hasta el ****. Porque en el mundo de Gordas y en el que Teresa y Mara construyen ahí fuera cada día, cabemos todas.

Tenía ganas de ver esta obra porque sigo desde hace un tiempo a Mara y Teresa en sus respectivas cuentas de Instagram. Su discurso respecto a la gordofobia es claro, clarísimo, pero quería ver cómo llevaban este posicionamiento al desarrollo de una obra de teatro.

Pequeñas escenas siempre alrededor de un personaje principal: una mujer gorda. Puede parecer poco argumento de primeras, pero las palabras que aparecen en el fondo de la escena son las que realmente dan profundidad al diálogo entre los personajes, porque ponen en mayúsculas (literalmente) aquello a lo que alguien que no encaja en los cánones de belleza actuales se enfrenta cada día, con el mundo y consigo mismo(a). Culpa, miedo, éxito, fama, sexo...

En una sociedad que trata diferente a quien no cumple con el estándar, no importa cuál: raza, orientación sexual, inteligencia, religión, discapacidad, opción política o peso, como en este caso, Mara y Teresa representan los estragos de quién intenta encajar en un molde no hecho a su medida, con talento, humor, descaro y mucha incorrección política (aunque me sobraron algunos gritos porque ni el texto los necesita ni el tamaño de la sala los requiere).

Gracias Mara por ese principio cantado y ese monólogo final tan sentido. No es país para Gordas, pero lo empieza a ser gracias a este tipo de mensajes.

Teresa López y Mara Jiménez se han puesto bajo las ordenes de Carlos Mesa para deleitarnos con una obra divertida, delirante y brutalmente honesta.
El formato de Gordas es como si se tratase de pequeñas historias que, en apariencia, no tienen sentido ni conexión entre ellas, pero ahí llega Carlos Mesa y hace que todo el texto encaje.
Mara y Teresa despliegan unas alas preciosas y vuelan sobre el escenario con ese texto hilarante en unas ocasiones y descarnado en otras.
Gordas es un canto a romper ese molde, a desnudarse ante los perjuicios. Una hermosa obra que habla sobre el respeto y de cómo muchas personas que no cumplen con esos cánones establecidos son vistas y juzgadas y también sobre cómo ellas lo sienten y lo perciben.
La obra empieza tímidamente para ir cogiendo fuerza hasta llegar a ese momento en el que no sabes si reír, llorar o las dos cosas al mismo tiempo.
Es verdad que hubo una pequeña parte de la desconecté un poco, pero porque no entendía lo que estaba pasando, pero al terminar la obra entendí a que se estaba haciendo alusión, porque en muchos momentos las metáforas y la propia vida, que a veces parece una te dan que pensar mucho.
A Teresa López la había visto en la noche del año y ya derrochaba un gran desparpajo y comodidad sobre el escenario, pero a Mara la desconocía y es que me ganó por completo con su versatilidad a la hora de dar vida a diferentes mujeres.
Original obra en la que el escenario tan minimalista os va a dar igual, ya que Mara y Teresa se lo comerán a bocados con sus grandes actuaciones.
No me importaría repetir y volver a ver esta obra tan necesaria.

Gordas es la nueva obra que Carlos Mesa, dramaturgo malagueño instalado en Madrid, ha llevado a los teatros. Una comedia cargada de ironía, reivindicación que lleva para romper estereotipes y clichés. Gordas ha sido producida por su propia compañía Bendita Inocencia, la que comparte con Mara Jiménez una de las dos actrices de la producción junto a Teresa López. Jiménez es conocida en redes sociales gracias a su perfil ‘croquetamente’ en el que reivindica la diversidad de los cuerpos y conciencia sobre la gravedad de los TCAs (Trastornos de la Conducta Alimentaria).

Esta obra pone sobre el escenario, problemas como el machismo, la fama, conceptos sociales, las relaciones de pareja o la religión, además de la ‘gordofobia’ que lleva el hilo de toda la comedia. La representación está compuesta por diferentes ‘sketches’ que representan situaciones con las que muchas personas se pueden llegar a sentir identificadas.

No es una obra especialmente arriesgada ni rompedora para el tema que trata pero sí una composición perfecta entre una cruda realidad para muchas personas y la comedia. Además la composición de la escenografía está perfectamente pensada y compuesta. Prima el minimalismo y los complementos rosa que acompañan a la caracterización. Siguiendo en la línea visual, las luces que acompañan cada escena hacen que la imagen del espectáculo sea limpia y atractiva.

Sin duda una representación para salir con el empoderamiento suficiente como para afrontar todos los estereotipos y clichés de nuestra sociedad.