Las posibilidades infinitas que ofrece el escenario son explotadas en su totalidad por esta nueva y arriesgada propuesta de la Compañía gallega Matarile. En una pieza segmentada en distintas escenas que parecieran no estar conectadas entre sí, Ana Vallés logra sorprender en un Teatro María Guerrero rebosante de energía y ganas de disfrutar. Muchos desnudos abrigados en pieles, cuerpos que ondean su posibilidad desde un clamo ahogado, con algún tinte de humor, y el telón de fondo que aboga una oda silenciada a lo bello de las artes escénicas. Las motivaciones que nos empujan al hecho, a la acción. El aplauso a una historia deshilachada, pero llena de belleza.
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