La irrupción de nuevas personalidades en el panorama teatral siempre es una buena noticia, especialmente, cuando se trata de creadores jóvenes y con talento. En este sentido, el debut escénico de Oriol Puig como dramaturgo y director es notable por varios motivos. Primero, porque aborda una historia relevante, compleja y actual, y la trata con la delicadeza y la profundidad que merece. En segundo lugar, porque (por edad) conoce el lenguaje de los jóvenes, su universo, su relación con el mundo, y sabe cómo trasladarlo a la ficción sin paternalismos, de forma fresca y verosímil. Por último, porque lo hace con sencillez, sin artificios, dando el protagonismo a la trama y los personajes, con la complicidad de tres intérpretes que son toda una revelación.
Biel Montoro, Lluís Arruga y Valèria Sorolla se entienden perfectamente. Su complicidad es magnética, dinámica y vibrante. Saben mantener el ritmo de un texto audaz y hacerlo comprensible sin perder la naturalidad, a pesar de la gran cantidad de situaciones y personajes que encarnan a lo largo del montaje.
Karaoke Elusia habla del suicidio pero también de la amistad, el bullying, el miedo, la nostalgia, el luto y la incomunicación de los tiempos contemporáneos. Todo esto intercalado con una serie de números musicales que quizás son la decisión más arriesgada: por anticlimáticos y porque cuesta asociar la elección de estas canciones a los adolescentes protagonistas. Pero, más allá de esto, la obra es un puñetazo al estómago necesario que juega, cuando toca, con el sentido del humor o la denuncia social. Un cóctel de elementos tan completo que despierta las ganas de ver pronto más propuestas de esta prometedora nueva voz con un potencial gran futuro. Habrá que estar atentos a su trayectoria.