Mónica Tello nos trae al Teatro Reina Victoria de Madrid una excelente fusión de teatro y flamenco con 10 mujeres que derrochan emociones, dudas, rabia y sobre todo una energía arrolladora que llega y toca al espectador con esta representación de “La Casa de Bernarda Alba”, obra teatral en tres actos de Federico García Lorca escrita en 1936.
Bajo la tiranía de Bernarda, que después de la muerte de su segundo marido, se recluye e impone un luto con una duración de ocho años prohibiendo que sus hijas salgan de casa, los personajes muestran sus sentimientos con los diferentes Palos del Flamenco que les otorgan las diferentes personalidades a cada una de ellas.
En el papel de Bernarda Alba, Mónica Tello, que interpreta de manera magistral a la protagonista de la obra, expresa su deseo de que toda la problemática quede en el interior de la casa sin traspasar las paredes de ésta, y en una de las escenas nos brinda una Soleá.
Las cinco hijas de Bernarda, cuyo reparto y asignación de los Palos no ha podido estar mejor elegida y dirigida: Angustias (Noemí Ramal), la mayor de las hermanas, para la que su principal objetivo es casarse cuanto antes para escapar de esa casa, baila unas Alegrías. La mediana, Amelia (Marian Fernández), la más amable y la que por el mismo motivo, infelicidad y sufrimiento, desea también huir de allí, ella baila unos Tientos, y junto a Martirio (Beatriz Rodríguez), la pura representación del odio, unos Tarantos. Magdalena (Cristina Morata), que haciendo honor a su nombre representa la tristeza y baila una Saeta; y Adela (Lorena Fernández), la pequeña de las hermanas, se revela contra la opresión y la tiranía de su madre, baila una de las columnas vertebrales del Flamenco, una Seguiriya.
Otros personajes, y no menos importantes, las criadas de la casa: Poncia (Elena Ruíz), la más fiable de Bernarda, y que en realidad la odia por cómo se comporta, nos muestra la fuerza del personaje con una Soleá por Bulerías; la segunda criada (Cristina López), que aprende de Poncia y nos regala un Fandango. Prudencia (Byrr Al-Vi), que representa a la virtud de la prudencia, con un compás de Soleá. María Josefa, la madre de Bernarda, (Elena Ruíz), que sólo dice verdades, pese a estar ocultada por su hija Bernarda. Y las mujeres de luto (Laura Hoyos, Paqui Moral y Cristina López, Sara Pozo), entre Fandangos y Bulerías, alimentan los chismes del pueblo.
Por supuesto destacar la calidad de los músicos, Javier Pastor, Roberto Simón y el cante con Nacho Aceves.