«La vida o se vive o se escribe» decía Luigi Pirandello.
¿Qué es la verdad y qué es la realidad? ¿Existe la posibilidad de una ‘realidad no verdadera’ y una ‘verdad no real’? Toda práctica de escritura es un ejercicio existencial. El teatro es refugio, ese templo de la palabra donde todo lo que acontece en representación es más verdadero que lo que transcurre en la vida real.
La representación de La función por hacer en la Sala del Pavón Teatro Kamikaze celebra sus diez años de vida y el comienzo de la aventura Kamikaze. Montaje que refleja de forma fiel la esencia kamikaze de la compañía. Una demostración clara de que nunca ha perdido la perspectiva de su origen, de su filosofía escénica. Por el montaje no ha pasado el tiempo, ni siquiera se ha visto afectado por el salto a un espacio escénico más grande que para el que fue concebido. La obra de Pirandello es un clásico de la escena, uno de las más bellos y desnudos cantos al teatro. Y la función de Miguel del Arco y Aitor Tejada se ha convertido en un clásico en sí misma: una declaración de intenciones sobre qué es el teatro que los Kamikaze lanzaron hace una década y que a día de hoy les sigue desmarcando, con más fuerza si cabe, de toda la escena teatral contemporánea española.
El público asiste y participa de una representación sin precedentes sin saberse del todo conscientes de lo que implica su participación. Los personajes irrumpen en la sala ante la incredulidad del actor y la actriz que no dan crédito ni reconocen el verdadero sentido de su profesión. Hermoso juego metateatral en el que la ficción literaria demuestra la supremacía y verdad que nunca podrá adquirir la realidad de quien les dio vida. Una vez creados los personajes tienen una vida propia, y dueños de la misma desean llevar las riendas de su destino con total libertad. Reluce la idea calderoniana del sueño como experiencia plena de autenticidad, donde todo es posible y susceptible de ser real y verdadero al mismo tiempo. Rota la ensoñación, el escenario es el único lugar donde la autenticidad puede ser revelada y alcanzar su trascendencia, erigirse en inmortal junto a aquel que la declama.
Los seis actores transforman el espacio escénico a través de la palabra y sobre todo de la acción. Transitan por todo el espacio dotando de vida la realidad representada. El conflicto del drama vertebra el suceso teatral que ahonda en el sentido tragicómico de la vida, la incesante búsqueda de la ilusión humana que encuentra en el teatro su mejor asidero y la luz que irradia del reflejo de quien nació personaje y reduce la existencia del hombre a una realidad verdadera de un imposible a alcanzar.
La dramaturgia destila personalidad y una belleza sublime que adquiere en la puesta en escena una brillantez interpretativa y de atmósfera escénica conseguidas por una dirección magistral. La función por hacer está hecha para ser vivenciada como una de las mejores obras españoles de la presente centuria y como tal trascender dentro de la historia del teatro contemporáneo.
La función por hacer representa la esencia del teatro y de la vida. Una proeza escénica que desnuda el sentido de la existencia. Todo el hecho escénico se erige en un abrumador y excelso viaje a la identidad del teatro ficcional y verdadero que desarma la ilusionante falacia de la realidad humana.
Toda gran obra de arte nace de una necesidad de vivencia. Vivan La función por hacer, porque como bien afirmó Pirandello: «la vida es solo teatro».