Lo importante en La importancia de llamarse Ernesto subyace en lo absurdo, ¡y no hay nada que disfrute más que encontrar sensatez en lo disparatado!
La obra de Wilde trata la hipocresía, la identidad, la libertad y los límites entre la vida real y la soñada. Pero David Selvas, y el increíble elenco que pone cuerpo a la obra, lo hace además de forma divertidísima y dinámica. Proponen una versión musical llena de humor, y muy acertadamente, de parodia; que consigue sacar la sonrisa a todo tipo de público.
La interpretación es indiscutiblemente buena, y resaltable por la exquisita dicción de los intérpretes. La escenografía, compuesta por unos pocos elementos, funciona a la perfección: crea una escena bellísima y muy eficaz para la propuesta de Selvas. La cristalera y el diseño de luces ensalzan todavía más la estética de la obra y apoyan su narrativa. Y (no os haré spoiler, pero…) resulta muy plausible el recurso utilizado para la transformación del espacio, así como la transición con la que esta se lleva a cabo.
Concluyendo, ernestamente… ¡me ha encantado!