Dos elementos escénicos llaman la atención desde el principio: el rayo que parte la escena en dos y los silencios.
Ambos representan la brecha entre los personajes: por un lado la protagonista y por otro, el resto que, simbólicamente, pueden representar también la incomunicación y la soledad, características primordiales del la madre.
Obra sobrecogedora que, con gran lucidez, plasma una vida vacía, encaminada a un irremediable estado de locura.
Magnífico texto y magnífica interpretación de Aitana Sánchez Gijón.
Reposada y asimilada la obra, comprendemos que todo va más allá de lo que en principio parece decir el texto al universalizar temas profundos como el aislamiento, la soledad, la incomunicación, el amor….