La Zaranda vuelve a Madrid con su teatro libre, comprometido y profundo. Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez se suben al escenario para encarnar a tres soldados, que como tres Quijotes trasnochados, recuerdan una batalla casi olvidada en una efemérides que ya no interesa a nadie. La compañía andaluza vuelve a ofrecer un ejercicio de estilo con una poética y un lenguaje identitario.
En los últimos días hablar de la guerra nos lleva de forma inevitable a la durísima situación que se está viviendo en Ucrania y, sin embargo, la propuesta de La Zaranda es capaz de trascender lo particular de la actualidad para constituirse como una crítica universal al poder y la injusticias. La magnífica propuesta plástica arropa a un elenco que construye con maestría estos particulares personajes y sostiene sobre sus hombros el peso de las guerras humanas. El escenario queda en penumbra apenas iluminado por una bombilla, el aire huele a cerrado y parecería que hasta el polvo está sostenido en ese aire viciado de un pasado inmóvil. A pesar de esta apariencia ajada y antigua, Paco de La Zaranda dirige una pieza fresca y original que hace uso de una fina ironía.