Las niñas de Cádiz son inconfundibles. Beben de la chirigota gaditana para, como en un carnaval, hablar de la realidad sin mordazas; para huir del horror cotidiano con una carcajada, par reirse de su puñetera suerte, de la vida, de los hombres, del amor, de la muerte o de la autoridad…. en verso y a mandíbula batiente, cantado, bailando, dominando el gesto, la composición de sus personajes, y el tempo de la comedia.
Estas Bacantes, estas perdedoras que buscan la redención en un placer prohibido y pequeñito en el que refugiarse de sus miserias y de la opresión cotidiana de sus maridos (vivos o difuntos) o de sus hijos rectísimos y de sus frustraciones, dan un recital de buen rollo, de carcajadas y de ternura, con el oficio de estas tipas geniales, dirigidas por otro tipo, José Troncoso, que conoce bien el registro y se pone a su servicio para acompañarlas en su búsqueda de la sonrisa en la mugre y en la derrota y en su defensa de la alegría a toda costa. Si no conocéis a Las niñas de Cádiz, no os las perdáis; si las conocíais, ya habréis comprado entradas con mucha antelación.