A Panadaría es una experiencia y una de las buenas. La compañía gallega presenta un trabajo completo, coral y magnífico, una obra que resuena a «teatro del bueno», teatro del que utiliza todos los elementos de los que dispone y los exprime al máximo. La palabra, la voz, el cuerpo, los objetos en escena, la luz… Con poquísimos elementos ellas son capaces de construir una isla, una playa, un hotel, una rueda de prensa, una manifestación multitudinaria, una campo de bambú y, sobre todo, un montón de atmósferas y un viaje. Destaca, sobre todo, el espacio sonoro que ellas mismas generan con su voz y con el uso de instrumentos no convencionales. Además, son capaces de trasladar al público a la Galicia más tradicional y bella con su interpretación de varias canciones que beben del folclore gallego.
Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman ponen sobre la mesa la lucha de las camareras de piso y con ello nos enfrentan a una realidad invisibilizada hacia la que no queremos mirar. El sentido de la comedia de esta compañía gallega contrasta y encuentra una extraña armonía con los dolorosos testimonios que presenta. El teatro es conflicto y no hay mayor conflicto que la contradicción entre las condiciones laborales infrahumanas que soportan estas profesionales, mujeres con nombres propios y vidas difíciles, con la realidad hotelera impersonal, limpia y aséptica que busca solamente el beneficio a través de la explotación turística de los territorios y de las personas.
A través del humor estas creadoras se empoderan y empoderan a aquellas mujeres protagonistas de su historia. Desde la más profundad honestidad y sin ningún paternalismo desarrollan una profunda crítica sobre la política, la masculinidad tóxica, los medios de comunicación, el racismo, el turismo y, en definitiva, el capitalismo. Con ironía y mucha retranca gallega acompañan al público por este viaje entre lo patético y lo conmovedor, una viaje que remueve y que moviliza.