Este mes de Octubre El Teatro de la Zarzuela acoge un estreno absoluto de una zarzuela (con esta ya van tres este año). Es un encargo directo de El Teatro de la Zarzuela a Arturo Díez Boscovich. Una zarzuela que recrea la famosísima obra de Lope de Vega, a su vez basada en una canción popular.
Díez Boscovich es, principalmente, un compositor de bandas sonoras y se nota. Cuando comenzó la Zarzuela quedé anonadado con la belleza de la obertura. Llena de matices y rabiosamente moderna. Preciosa, muy muy bonita. Todo presagiaba que iba a ser una gran tarde de zarzuela. Esta soberbia calidad instrumental cayó bastante en casi todas las arias y canciones cantadas. Resultaba algo monocorde y carente de emoción. Los protagonistas se esforzaban en transmitir con su canto toda la emoción de sus personajes, pero se encontraban con una barrera que no se lo ponía fácil, la misma partitura. Aunque hay que decir que el final de la obra estaba coronada por un increíble Réquiem que levantó a todo el público de sus asientos.
La dirección escénica de la obra a cargo de Lluís Pasqual y la escenografía de Daniel Bianco sobresalieron notablemente ofreciendo un concepto pocas veces visto en la zarzuela por su modernidad y minimalismo.
Cabe destacar como cantantes a los dos protagonistas: Joel Prieto y Rocío Pérez y al magnífico Rubén Amoretti como Tello. Igual que los elogio, también querría dejar constancia de la dificultad de Nicola Beller Carbone en el papel de Fabia para vocalizar cantando. Menos mal que había subtítulos porque era imposible descifrar una sola palabra de su canto.
En definitiva, «El Caballero de Olmedo» es una magnífica opción si quieren disfrutar de la evolución de la Zarzuela en el Siglo XXI
