Lo que sea nos abre la puerta a una casa cerrada, a un gran salón que se presenta como suspendido en el tiempo. Sabemos poco sobre lo que sucede fuera, pero, en realidad, todos sabemos que no importa demasiado. En este espacio coexisten dos almas perdidas, dos personajes inadaptados, complejos y únicos, marcados por sus heridas, que parecen pertenecer a mundos opuestos.
Los actores Klaus y Joaquín López-Bailo dan vida a estos dos seres marginales y marginados, aquellos a los que nadie quiere mirar. Los intérpretes llevan la apuesta hasta el final y saltan sin red para construir dos figuras que, sin duda, constituyen el punto fuerte de esta función
Chos dirige con pulso experto esta propuesta que habla de la identidad, los traumas, la necesidad de pertenecer y la necesidad de cariño y dignidad cuando ya no queda nada. Además de garantizar un trabajo actoral magnífico, la directora ha sido capaz de concebir instantes bellísimos desde el punto de vista plástico. La puesta en escena, en apariencia sencilla, esconde imágenes muy potentes que bailan en el espacio que separa la ternura del desgarro. Entre otros hallazgos, no quiero dejar de destacar el uso de un humor sencillo y directo integrado en perfecta armonía con la brutalidad de la historia. ¡No se la pierdan!
