Gigantes que inventan verdades

Los gigantes de la montaña

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Los gigantes de la montaña → Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa
18/02/2025 - Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa

La compañía Almaviva, dirigida por César Barló, acostumbra a arriesgar en sus propuestas escénicas, que raramente dejan indiferente al espectador porque parte del acertado supuesto de que el teatro debe ser una herramienta que sirva al ser humano para conocer y para conocerse. Y en esta ocasión ha hecho su «más difícil todavía» poniendo en escena Los gigantes de la montaña, un texto inacabado de Luigi Pirandello. Estrenada pocos meses después de la muerte del dramaturgo, es un proyecto en el que estuvo trabajando desde la década de 1920 hasta que murió a finales de 1936. Sus dos primeros actos fueron publicados en revistas, pero el tercero solo se pudo reconstruir parcialmente gracias a las notas de movimientos escénicos que el autor logró transmitir a un hijo suyo. Esta compleja génesis sirve para dar cuenta de la importancia y la hondura que el autor quiso darle a esta pieza teatral que supondría su testamento teatral.

Y también da cuenta del reto que supone ponerla en escena. Porque, bajo un argumento relativamente sencillo (una compañía de teatro que se detiene a descansar en una fonda antes de llegar a la montaña en la que representarán una obra para los gigantes), el texto es complejo conceptualmente que aborda algunos de los problemas esenciales del ser humano: quiénes somos, qué es la vida, qué valor tienen nuestros actos… Y aborda también, en el juego metaliterario, asuntos centrales de la creación artística, que se pueden resumir en el paradójico «yo invento verdades» que repite el mago Cotrone (sobrecogedoramente interpretado por José Gonçalo), y que llega a su culmen cuando al espectador se le pone en la tesitura de tener que decidir si son más reales los personajes de carne y hueso o los muñecos que los interpretan.

Pero que nadie piense, de lo dicho, que se trata de una obra triste, aburrida u oscura. Al contrario: la obra es una fiesta teatral, una sucesión de sorpresas en la que todo suma para un espectáculo inolvidable (dicho sea en sentido etimológico): la escenografía, el vestuario, la iluminación, la música, los espacios escénicos, los juegos de voces… Una obra capaz de sacar el niño que todos llevamos dentro, jugando con la magia del mundo. Y por encima de todo, los inmensos actores. Estos son sus nombres: Teresa Alonso, Juan Carlos Arráez, Samuel Blanco, Moisés Chic, David Ortega, José Gonçalo Pais, Javi Rodenas, Natalia Rodríguez, Paula Susavila. Todos ellos con una versatilidad y un dominio de la técnica asombrosos, capaces de pasar en segundos de un registro melodramático a otro de humor sutil o incluso de farsa guiñolesca, y todo con vertiginoso uso de los movimientos escénicos y del juego. Es una obra coral, en la que sin embargo cada uno de los nueve personajes ha podido encontrar sus momentos de brillo individual. ¡Y cómo brillan!

Los gigantes del título no aparecen nunca en escena. Pero no hace falta: autor, director y los nueve actores se convierten en gigantes capaces de inventar las verdades para los espectadores. Y con eso basta.

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