Una figura clásica del teatro, como Gerardo Vera, sólo podía ser homenajeado (a título póstumo) sobre las tablas. Es así como el clásico de William Shakespeare, Macbeth, proyecto retomado por Alfredo Sanzol que se estrena como director del Centro Dramático Nacional, llega al Teatro María Guerrero como una excusa perfecta para resucitar el legado literario del escritor inglés y aplaudir al director, actor y diseñador. En una obra pesada y densa, tanto como la original, «infección del alma, concreta, palpable, corporal y asfixiante» en palabras del propio Vera, la representación de dos horas sin descanso camina por las largas noches insomnes hacia el alba, mientras las manos del protagonista se manchan de sangre, al tiempo que crece su ambición, sus pesadillas, su culpa. Adaptada por José Luis Collado y con un magnífico Carlos Hipólito en el papel principal, la obra rescata las enseñanzas de los grandes clásicos, contando con una escenografía protagonista que acompaña en ese camino a la perdición y una banda sonora sobrecogedora que convierte esta producción en hazaña de ese pasado que siempre vuelve.
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