«Mañanitas floridas de abril y mayo, despertad a mi niña…no duerma tanto»
Esta es una de las estrofas más bonitas de esta obra en verso de Calderón de la Barca, Mañanas de abril y mayo, una comedia del Siglo de Oro español, versionada y adaptada en el Madrid de los años 50.
Llena de colorido, con un vestuario muy cuidado, y una puesta en escena, aunque algo obsoleta, y pobre de iluminación, que resuelve bien las entradas y salidas de los actores a un ritmo trepidante.
Está función habla de amor y de celos, de las relaciones entre hombres y mujeres. Es sobre todo una comedia ligera, simpática y bastante simple.
Lo mejor que tiene es el alto nivel actoral del elenco, que se mueve entre los versos de Calderón con bastante soltura, algo deprisa para mi gusto, teniendo en cuenta la dificultad del texto, y que en ocasiones la dicción no es la gran aliada para alguno de ellos. No obstante, este grupo de actores es lo mejor que tiene esta obra dirigida por Laila Ripoll y versionada por Carolina África.
Para pasar un rato agradable, sin más complicaciones, esta es la mejor opción.