Si viéramos en una película muñecos robotizados creados para acompañar a personas, para sustituir el afecto y el cuidado, pensaríamos que se trata de un film de ciencia ficción. Pero últimamente vamos viendo cómo lo imaginado en el pasado se acaba convirtiendo en nuestro presente y la ciencia ficción, en ocasiones, acaba trasladándose a nuestra realidad. De esto y de muchas otras cosas habla Moríos, un espectáculo muy interesante dirigido con acierto por Joan Arquè y coreografiado con cariño por Sol Picó que plasma en escena la complejidad de la vejez y cómo percibimos y cuidamos como sociedad a nuestros mayores.
La pieza combina el texto y la danza para transmitir las emociones que siente esta parte de la población al llegar a la última etapa de su vida. Todos los intérpretes están magníficos pero resalto la actuación de Imma Colomer por su verdad y su fuerza, así como la de Oriol Genís, por su maestría y comedia. Ambos tienen monólogos preciosos, a la vez que crudos, firmados por Anna Maria Ricart y que provocan sollozos entre el público.
Una crítica a la deshumanización de la sociedad y una reflexión sobre qué permanece en el interior de esos cuerpos torpes, cansados y extraños en los que todos, con suerte quizá, nos encontraremos algún día. Un llamamiento al cuidado, a aquello que nos hace humanos, a replantear nuestras prioridades y a poner en duda la distribución de nuestros recursos. Una invitación a vivir la vida, independientemente de si eres joven o eres viejo.
