Nino Bravo sigue vivo

Nino Bravo: Libre, el musical

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Nino Bravo: Libre, el musical → Teatro Apolo Madrid
19/07/2025 - Teatro Apolo Madrid

Que a falta de dos minutos para el comienzo del musical sonara La chica ye-ye de Concha Velasco y la mitad del público se pusiera a cantarla, ya me dio una pista de que era lo que iba a presenciar esa tarde en el teatro Nuevo Apolo. La media de edad de los parroquianos superaba con creces la oficial de jubilación en España, lo cual no es que sea ni bueno ni malo, pero sí delataba claramente para quien estaba pensado el espectáculo. Tampoco llamaría musical a lo que presenciamos, más bien fue una biografía cantada, un documental armónico sobre los años de carrera de Nino Bravo. Aun así, a pesar de no ser ni mucho menos fan del valenciano, quitando las noches de navidades familiares después de un par de vinos y una copita de cava, he de reconocer que disfruté bastante de la función y que salí del teatro con muy buen sabor de boca.

El cuarteto protagonista derrochó voz, simpatía y buen rollo, y una coordinación fruto sin duda de muchas horas de trabajo. La fluidez con la que se desarrolló el espectáculo fue lo que más llamó mi atención. Hicieron sencillo lo que sin duda debe de ser muy complicado. Ni un momento de relax, un hilo argumental perfectamente enlazado, con muchos momentos divertidos, alguno emotivo, e incluso con datos curiosos e interesantes para aquellos que somos un poco fanáticos de grandes figuras de la historia de nuestra música como Augusto Algueró o Rafael de León, poeta insigne de la copla española. No iba yo muy convencido, mis expectativas no eran muy altas, en parte porque no soy un gran aficionado al género. Pero salí contento, sin la sensación de haber perdido la tarde, todo lo contrario, fueron casi dos horas en las que, no había otras pretensiones, pude dar rienda suelta a las risas y a la nostalgia.

Si lo que se espera es un montaje al estilo El rey león o Los miserables la decepción estará asegurada. Los precios de las entradas tampoco son comparables. No es este un musical que requiera de una gran escenografía, ni de decorados espectaculares, ni de continuos cambios de vestuario. Sólo cuatro cantantes metidos a actores, unos fajines y unas chaquetas brillantes, focos de colores, y un escenario giratorio. Suficiente, la historia no requiere más, tampoco menos, habría quedado algo soso. El boca a boca conseguirá que triunfe, a pesar del inconveniente de unas fechas estivales que dejan Madrid medio vacía. Lo peor, por poner alguna pega, no a ellos, alguna persona del público, que no respetó las normas sobre teléfonos móviles, ¡que no se puede grabar, coño!, y a la gerencia de la sala, costumbre tristemente extendida, que permite, previo pago, los márgenes de beneficio mandan, que se consuman palomitas y refrescos durante las representaciones. Como sigan en ese plan acabaremos viendo teatro en los McDonald´s.

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