Con un texto tremendamente original, una puesta en escena muy trabajada y un elenco sublime, Nunca he estado en Dublín es un must para esta temporada de teatro en Madrid.
Intentaré hacer está reseña sin hacer mucho spoiler porque es de esas obras que es mejor ver sin llevar una idea previa. No obstante, empezaré por el principio, Elena vuelve a casa por Navidad tras 3 años sin ver a su familia por un conflicto latente. En estos 3 años su familia ha evolucionado o, por lo menos, lo han conseguido enmascarar. Su pensamiento retrógrado de hace 3 años se ha transformado es una aceptación incondicional a su hija y sus decisiones vitales.
Tanto es su afán porqué su hija no vuelva a marcharse que serán capaces de aceptar todo de una forma tan profunda que resulta absolutamente cómica. Da igual que la familia de Elena no pueda entender su posición, ni si quiera que no puedan ver la vida de la misma manera que ella. En todo este camino, por fin han entendido que lo esencial, el amor que sienten por su hija, es invisible para los ojos.
Los cuatro actores consiguen un engranaje perfecto, en el que cada uno consigue brillar con una personalidad diferente y completamente irreverente. Sus actuaciones son tremendamente divertidas. Por lo que independientemente de si has estado o no en Dublín tienes que pasarte por el Pavón a ver este espectáculo.