El agua que me dan de beber

Oscuridad

Oscuridad
23/03/2019

Desde un punto de vista puramente existencialista, Jan Vilanova se imagina las últimas horas ¿minutos? ¿segundos? del fin del mundo. En base a esta premisa, Dafnis Balduz y Karlos Aurrekoetxea dialogan cómicamente sobre el destino y la fe de la especie humana en un mundo que ya deja de serlo.

Los espectadores como merodeadores (los ‘otros’) también participan de esta obra cómica y trágica sobre la fugacidad del ser y el estar en los últimos momentos de nuestra vida. No resulta llamativo, por tanto, que los personajes no tengan nombre (ellos, él, tú y yo).

Gorka Lasaosa y Abel Vernet, a través de su dirección, inciden especialmente en la importancia de nuestros actos y acciones ante la desaparición de un todo existente, que pronto pasa a ser un nada, para convertirse, en fin, en silencio.

Dicho todo lo cual, no todo es tragedia. De hecho, la mayor parte de la autodenominada comedia negra se sustenta sobre una comicidad delirante en la que Karlos Aurrekoetxea cambia de registro hasta en tres ocasiones a cada cual más loca y divertida.

En su compañero Balduz recae, sin embargo, toda la fuerza del texto de Vilanova. No cesa de sorprender la capacidad de este último de transmitir una desesperación creciente a través de las palabras y la mirada, así como las infinitas combinaciones que alcanza a través de la plasticidad de su cuerpo.

Para reír, siempre estamos a tiempo. Para lamentarnos, siempre nos quedará la oscuridad.

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