Fue algo diferente y, como bien dice la protagonista de esta obra, lo diferente no siempre tiene por qué ser razón de exclusión… Puede ser la oportunidad de ser algo único. Y eso es lo que consigue Paula Valluerca junto con su equipo.
Es un espectáculo clown distinto en el que no hay forma alguna de adivinar cómo va a acabar, aunque tampoco sé muy bien cómo fue que comenzó… Pero sentí que mi risa sonaba diferente, pues descubrí otra forma de reír. Y eso es algo, creo, muy esperanzador para nuestra cultura teatral.
Me pareció una propuesta muy valiente, arriesgada, descarada y certera. El público se lo pasaba en grande, contento de formar parte de la pieza. El texto entraña de forma cómica diferentes emociones que te van salpicando. Por un lado, habla sobre frustración: por la distancia social del momento que vivimos, por el panorama laboral de los artistas, por los miedos e inseguridades que se hacen fuertes y cobran protagonismo en situaciones de incertidumbre… Pero también habla sobre ilusión, esperanza, valentía… Y sobre la gallina turuleta.
En definitiva, qué guay que tengamos artistas que «ellas se lo guisan y ellas se lo comen». Qué bien que tengamos variedad, propuestas novedosas. Qué maravilla que podamos seguir descubriendo más que un telón…