Partiendo de la base de que siempre me ha gustado Agatha Christie y de que he disfrutado muchas de sus obras tanto en papel como en escena, Testigo de cargo estaba extrañamente entre mis «pendientes», ni siquiera había visto la famosísima película, así que llegué a la sala Guirau del Fernán Gómez más que dispuesta a disfrutar.
Y qué gozada disfrutar de nuevo de esos personajes, tan característicos de la escritora, maravillosamente interpretados y liderados en este caso por Fernando Guillén Cuervo en el papel del abogado Sir Wilfrid Roberts.
La puesta en escena es sobria: un gran espacio en blanco en el centro del escenario, y un fondo dinámico de dibujos a lápiz son el único marco en el que destacan por sí mismos los personajes y el texto, con el resto de actores siempre en el escenario como atentos testigos de cada escena, aunque no participen directamente en ella, quizá como guiño al título.
En esta adaptación de Roberto Santiago no hacen falta cambios de escenografía, ni de vestuario, ni introducción, ni descanso. Buenos actores, buen texto. Unos personajes bien construidos y una buena, buenísima, historia de amor, traición, muerte, ambición y engaños, como tantas de Agatha Christie, que te atrapa en la butaca (comodísimas, por cierto) y te deja con ganas de un capítulo más. Qué pena que no se queden más tiempo en cartel, porque es una maravilla de obra.