Wicked es uno de los grandes fenómenos del teatro musical del siglo XX. Tras ser fan durante muchos años y haberlo visto en Londres y Broadway, me emociona que por fin haya llegado a Madrid, en una nueva producción de ATG Entertainment España dirigida por David Serrano. La riqueza de su partitura, el magnetismo de sus protagonistas y la historia de convicción y lucha por lo que uno cree hacen de esta producción un espectáculo de gran relevancia para el público madrileño.
La propuesta visual de este Wicked es desigual: deja con ganas de más, aunque en ocasiones sorprende. Destaca, eso sí, la labor del equipo técnico en un show de gran complejidad. La adaptación al castellano suena forzada en algunos momentos, restando algo de fluidez a la brillante partitura de Stephen Schwartz, interpretada con gran carisma por la banda en directo.
El ensamble está lleno de energía y compromiso. Entre los personajes secundarios destacan la Nessarose de Lydia Fairén, tan entregada al personaje como siempre; el Boq de Neizan Martín, el gran descubrimiento de esta producción; y el carismático y magnético Mago de Oz de Javier Ibarz.
Pero lo que realmente sostiene la función son sus dos protagonistas. Cristina Picos está sobresaliente como Elphaba, dejando su sello en uno de los roles más icónicos del teatro musical. Cristina Llorente brilla como Glinda, afrontando un papel muy complejo con gran precisión. La química y entrega de ambas marcan el pulso emocional de la obra.
