Bendita inocencia trae a los Luchana esta adaptación de la novela de Teresa López Cerdán para agitar a todas esas personas que estamos pasando por la crisis de los 30. Con una puesta en escena sencilla y efectiva como ya hicieron con Gordas, esta vez nos cuentan la historia de Karma.
Como buena feminista empoderada y contradictoriamente fan de las comedias románticas típicas y tópicas y de las pelis que me monto en mi cabeza, salí de esta obra encantada. Porque aunque en principio pueda parecer que todo sean risas y un tema superfluo toca la espina dorsal de una generación que vio como sus padres tenían trabajo fijo, casa en propiedad e hijos con su edad, mientras que los y las treintañeras jugamos a ser adultos, con unas reglas diferentes a las que venían en el libro de instrucciones. Nos cambiaron los trabajos fijos por precariedad, la casa en propiedad por compartir cuchitriles alquilados sin fecha de caducidad a la vista y lo de tener descendencia, con los datos anteriores y con unas relaciones de consumo rápido, se complica.
Y en todo esto, los 30 son como la línea invisible que tenemos pánico cruzar, porque con 28 puedes seguir viviendo en casa de tus padres pero con 30, CON 30…. Una línea invisible impuesta por la misma sociedad que nos cambió las instrucciones de uso de la vida adulta y nos escondió el botón de dar de baja mi suscripción.
Y en todo este meollo, Karma y un poco todo el mundo no buscamos tanto, solo buscamos nuestra gran historia de amor. Pero, ¿estamos seguros de que nuestro gran amor está donde pensamos? De todo esto y un poco más va Yo siempre seré yo a pesar de ti, una obra con una forma original de contar las cosas y con tres personajes Karma, Roberto y Leo, interprerados magníficamente, tanto que seguro que en ellos ves reflejado a alguien conocido, incluso a ti misma.
