Los secretos de alcoba de nuestra monarquía hace ya mucho que dejaron de ser secretos y no deja de ser sorprendente (y surrealista) que el mismísimo Alfonso XIII, apodado «el Africano» por su papel en la guerra del Rif, sea hoy considerado el primer gran productor de cine para adultos de nuestro país.
La anécdota de que el bisabuelo de Felipe VI fue un monarca con intereses peculiares no ha pasado desapercibida para la compañía Club Caníbal, que estrena su Alfonso el Africano, sobre esta insólita figura el miércoles, 17 de noviembre, en la Sala de la Princesa del teatro María Guerrero de Madrid. La pieza, producida por el Centro Dramático Nacional es una propuesta irreverente y satírica a modo de espectáculo de variedades sobre la vida y obra — pornográfica, pero obra — del que fuera Rey de España antes de la llegada de la II República.
En esta pieza, escrita a ocho manos por Chiqui Carabante, Vito Sanz, Font García y Juan Vinuesa definen a Alfonso XIII como «un indolente». «No somos historiadores ni politólogos, somos comediantes. Pasaban muchas cosas en el país y no le afectaban. La realidad le explotó en la cara. No tomaba partido o, si lo tomaba, lo tomaba en contra de la ciudadanía.» afirma el director de la propuesta Chiqui Carabante. Vito Sanz, a su vez añade que siempre «encarnamos a los personaje defendiéndolos, intentando entender cierto comportamiento; trabajamos desde un lugar donde todo es medio esperpéntico y eso es una herramienta para poder dar un salto imaginativo». Carabante explica que «nosotros siempre decimos que no tenemos filtro para las chorradas; es una espectáculo que bebe de muchas fuentes y es muy loco».
Un espejo de los que somos
De forma inevitable el espectador se verá reflejado en aquella España del finales del XIX. Chiqui Carabante apunta: «El espectáculo era una oportunidad para hablar de la actualidad. De alguna forma, como un espejo, la lejanía nos facilita hablar con más libertad». El equipo destaca que no han tenido «ninguna cortapisa temática, ni de contenidos por parte del CDN» y esto les ha permitido realizar la obra tal y como ellos han querido. «Tratamos que no entre la autocensura en la sala. Tampoco queremos ser suicidas, nos gusta ser respetuosos y no provocar por provocar» cuenta el equipo. Además, agradecían el soporte para llevar a cabo la producción ya que, «venimos del circuito independiente y esto nos ha multiplicado» comentaba el actor Vito Sanz y bromeaba: «Si hay que detener a alguien, que nos detengan a nosotros».
Al elenco habitual de la compañía, representado en esta ocasión por Font García y Vito Sanz se suma Juanfra Juárez que comenta que «ha sido un placer, han sido super generosos conmigo». «Para nosotros es muy importante aglutinar creadores» responde Carabante y añade que para el equipo es fundamental el papel del «actor creador». Pablo Peña es el encargado de poner la músico en directo a este espectáculo de variedades lo cual ha supuesto un gran reto para el músico, más acostumbrado al punk que al chotis y al cuplé, «pero meterme con todas estas cosas ha sido muy gratificante y he descubierto cosas muy chulas. Además, los he puesto a cantar y ha sido todo un reto.» confirma.
Esta no es la primera pieza de la compañía que indaga sobre el ADN patrio, también en su trilogía Crónicas Ibéricas, que se representó al completo hace unas semanas en las Naves del Español, se preguntaban con humor e ironía qué es lo que nos hacer como somos. Vito Sanz explica que «ponemos esa mirada sobre España porque somos españoles, nos interesa, nos gusta este país con sus cosas negativas y sus cosas positivas. Realmente nos afecta. Sentimos que pertenecemos a esta sociedad y nos gusta.»
«Navegamos muy bien en la caspa»
La estética del espectáculo busca entroncar con la estética de principios de siglo, con revistas como La codorniz o Pim Pam Pum. El director plantea que las escenas «son como una serie de viñetas a veces más trágicas, a veces más cómicas con las que vamos haciendo un retablo«. «Porque en realidad sí está la anécdota esta de las películas porno, sobre todo, creo que hemos hecho un retrato de un monarca, todo gira en torno a Alfonso, y a partir de ahí hemos tratado de conectar la realidad de su tiempo con él y con nosotros» añade.
La escenografía de Walter Arias recrea una sala de fiestas, la sala bajo el palacio, un espacio donde los artistas pueden hacer sus números, hilados con un protagonista común, rodeados de cortinas doradas sobre una alfombra ya muy pisada y sillas para el público con olor a antiguo, que han venido a sustituir el patio de butacas. «Navegamos muy bien en la caspa y el esperpento» afirma Chiqui Carabante.
Salvador Carabante firma el vestuario y con su diseño mantiene una de las identidades de Club Caníbal. Los actores van trajeados con pantalones corto y, según plantea el director «esto los convierte en una especie de niños o adultos gamberros» y no hay duda de que lo son.
Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi