Contracciones, obra del conocido autor británico Mike Bartlett, transcurre en una realidad distópica con fuertes guiños a la actualidad y reflexiona sobre los límites que se pueden llegar a sobrepasar por conservar un empleo. El montaje estará en cartel en el Teatro Pavón hasta el 19 de marzo.
En el caso de Candela Peña y Pilar Castro, fue precisamente la necesidad de trabajar la que les condujo a emprender juntas este proyecto: «A partir de cierta edad es más complicado que te lleguen papeles. Bueno, en general, como actriz casi siempre es difícil», asegura Pilar Castro. Algo que ratifica Candela Peña: «Yo salgo de un momento audiovisual excelente donde el sistema se porta muy bien conmigo y de repente el sistema deja de llamarme. Al final, quería trabajar y pensé: no te quedes siempre en esta cosa de que eres una herramienta para los demás: actívate y haz algo».
Las actrices tenían claro que querían «que el director fuera muy brillante, con una opinión y mirada muy concreta», con quien comenzaran desde cero. «Gracias a dios, en la plaza de San Ildefonso de Madrid, allí con un desayunito y un café con leche, salió el nombre de la persona: Israel Solà de la Calòrica», recuerda Candela Peña.
Entrevista a Candela Peña, Pilar Castro e Israel Solà
En la pieza el miedo tiene un gran protagonismo. ¿Por qué se tiene tanto temor a perder un empleo y a emprender la búsqueda de otro?
Pilar Castro: Porque estamos totalmente manipulados por la información. Hay mucho miedo, enciendes la televisión y te acojonas viva. Nos están atemorizando desde hace mucho tiempo, parece que no hay salida.
Israel Solà: «¡Que va a haber recesión, prepárate!». Claro, si en todas las noticias nos cuentan diecisiete cosas malas… Quizá no te apetece un curro, pero sabiendo que la cosa está mal, cómo no vas a cogerlo. Yo era cartero y trabajaba en Correos y recuerdo que cuando vivía con mis padres era cuando más libre me sentía. Si una persona se siente libre y no tiene miedo, puede ver mejor lo que está bien o lo que está mal y defenderlo.
Candela Peña: Y en otros casos, por supuesto, por necesidad. Hay gente que le tiene mucho miedo al sistema, a expresar su opinión y ser juzgada. A la gente le da miedo decir quién es.
En vuestra profesión es muy común que haya épocas de poco trabajo. ¿Algún consejo para aquellas personas sin empleo o que están pensando en cambiarlo?
C.P.- Deberíamos respetarnos y coger las riendas de nuestra vida. Hay veces que echamos muchas culpas a los demás, pero no es solución instalarse en la queja, en la pena y en colocar nuestra vida en manos de otros. Haz algo, actívate en algo. Salir a la calle, pasear y dejarte impregnar por lo que sea. Todos podemos hacer algo por nosotros mismos, más de lo que hacemos.
P.C.- Lo primero es conectarnos; creo que estamos muy desconectados de nosotros mismos y entonces nos dejamos llevar por cosas que dices: ¿pero qué estoy haciendo aquí? Debemos conectarnos con nuestra esencia, saber qué es lo que queremos y entonces tomar decisiones respetándose a una misma.
El personaje de Pilar Castro es la jefa de la oficina y apenas se sabe nada de ella. En un momento de la obra, de forma simbólica, se pone en duda si tiene un nombre. ¿Cómo ha sido el proceso de creación del personaje?
P.C.- Ahora el personaje me parece fascinante, pero me ha costado mucho llegar a lo que quería Isra. Me siento muy alejada de ella, es muy diferente a mí. Ahora estoy muy contenta de lo que voy creando porque me da unas herramientas como actriz que no tenía. También hemos descubierto que mi personaje en el fondo admira al de Candela; es una relación de maltrato, en ese tipo de relaciones hay un amor mal entendido.
I.S.- Pilar se ponía nerviosa porque tenía poco arco pero no, su arco era mantenerse ahí cuando es imposible hacerlo, cuando todo el mundo está empatizando con el personaje de Candela. Es fácil entenderlo cuando piensas que el personaje de Candela es como era el de Pilar años atrás. Ella es el personaje que ya ha pasado por el proceso que plantea la obra: está completamente absorbida y entiende que esas son las reglas del juego.
Candela, ¿cómo está siendo como intérprete transitar por cada una de las etapas de Emma?
C.P.- Pensaba que mi personaje era más sumisa de entrada, más ‘buena empleada’, pero el planteamiento de Isra ha sido construir una mujer con más energía, más contestataria, una tía brillante que arranca con mucha luz. Ese clic que hace el personaje a medida que avanza la obra es lo que a mí me ha costado más trabajar. Además, en muy poco tiempo tenemos que estar en unos estados muy, muy elevados, y esa es la dificultad máxima que tiene el montaje.
Nos encontramos ante un texto complicado interpretativamente, muy picado, con un ritmo frenético y en el que el silencio está lleno de información. ¿Cómo ha sido el reto de trabajarlo?
P.C.- Dificilísimo.
C.P.- Muy difícil de hacer. Como reto interpretativo en mi carrera ha sido lo más complicado. ¡Y me encanta! Porque yo vengo de Maricón perdido, que era donde más lejos había llegado, pero esto ha supuesto más reto todavía. Son catorce escenas que parecen como catorce microteatros. Tengo tanto miedo de llegar a escenas concretas más avanzadas en la obra, que yo ya arrancaba con el susto de la escena octava en la primera. O Pilar con el miedo de la séptima en la segunda, por ejemplo. Para nosotras ha sido muy complejo.
P.C.- Y estamos muy expuestas, por lo que es fácil juzgar tu trabajo en escena. Tenemos muy pocas acciones a las que agarrarnos y eso hace que nos tengamos que agarrar la una a la otra. Israel Solà nos decía: ¡juntas, juntas! Pero era muy complicado estar juntas por lo que desempeñan nuestros papeles. Teníamos que enhebrar una aguja muy pequeña y siempre los hilos se iban por los lados.
I.S.- Para mí ha sido importantísimo trabajar el ritmo. También valorar un equilibrio entre cuánto de thriller, cuánto de comedia y cuánto de humor negro. Me he decantado por una propuesta bastante valiente, apretando la extrañeza de la situación, dejando que salga la comedia y, a medida que avanza la obra, llevándolo a algo sucio, desgarrado, con mucha pasión en escena.
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