Me encuentro con Charlie Roselló a través de una pantalla, porque la compañía está en Sevilla a punto de hacer unos bolos allí, después de haber girado por varias plazas del país. Me encuentro con un actor joven y con muchas ganas de contar muchas cosas. Con muchas ideas en la cabeza, que quieren salir todas a la vez. Con mucha pasión y mucha entrega.
Él y Javier Arboleya protagonizan la obra Se traspasan, que dirige Manuel Asensio y se puede ver en Nave 73 los fines de semana de diciembre. Un espectáculo sobre dos vendedores que ya no van a vender más. Un espectáculo cómico sobre nuestra propia sociedad, que trabaja y vende y trabaja y vende y no se da el tiempo de parar. Solo un segundo.
Así que tú, ahora que has llegado hasta aquí, date el tiempo y para. Lee esta entrevista. Y, después, vuelve a la vorágine de este mundo, empezando por la obra de la que hablamos.
En la obra haces de agente comercial, ¿no? Así que… ¡véndeme tu obra!
Nosotros somos Traspaso Teatro, y nos han traspasado esta obra en la que somos dos vendedores de una inmobiliaria. Vamos a la entrevista de trabajo y empiezan a pasar cosas. No quiero hacer spoiler. Pero al principio estamos centrados en el trabajo, el trabajo, el trabajo… Y después llega la espera, y ahí empieza a salir… todo lo que viene después del trabajo. Está inspirada en obras como Esperando a Godot, aunque los textos son originales. Y queremos reflejar esta sociedad en la que ya no sabemos ni lo que opinamos. Todo, contado desde la comedia y el absurdo. Esto es un poco lo que te puedo decir de la obra para vendértela.
Es una obra cómica. Eso está claro.
Manuel Asensio, nuestro director, era nuestro profesor de clown. Y nuestros referentes para esta obra son Jim Carrey o Mr. Bean, que nos gustan porque tienen una conciencia corporal increíble y un humor muy potente. Nosotros metemos mucha crítica y mucha tralla, desde la risa. Creo que la comedia crítica es muy necesaria; necesitamos un poco de crítica y no tanta comedia hecha solo para entretener y para pasar el rato, ¿sabes?
Bebéis del absurdo también. ¿Por qué?
Porque yo creo que necesitamos no racionalizar tanto lo que está pasando, verlo un poco desde fuera y hasta reírnos de esa locura en la que vivimos. Y el absurdo es un prisma muy sanador para ver la realidad.
Y en la información sobre el espectáculo también decís que usáis la poesía.
Nuestros personajes son dos vendedores, ¿no? Y vivimos en un mundo, en el mundo capitalista, en el que estamos todo el rato pensando en vender. En publicitar. Por ejemplo, esta charla de ahora mismo. Y, de pronto, la poesía permite un ratito de no pensar en vender o en cómo va el trabajo. La poesía hace que nos permitamos el lujo de parar y encontrar momentos de calma.
Vivimos en un mundo, en el mundo capitalista, en el que estamos todo el rato pensando en vender.
La poesía está en el propio texto de la obra, ¿no? Cuéntanos sobre esto.
Los textos originales son de Manuel Asensio, de Javier Berger y Paco Luna, que formaron la compañía Os reverendos. Ellos hacían poesía alternativa, underground. «Perfopoesía», lo llamaban. Se vestían de reverendos y recitaban, más o menos teatralizadamente, esos poemas. Nosotros cogimos esos textos y los convertimos en obra de teatro al uso.
¿Y cómo fue ese proceso de creación?
Nos llegaron esos textos poéticos, que están muy pensados. Son muy locos, muy buenos; no son nada ligeros. Y Javier Arboleya, Manuel Asensio y yo tuvimos que darles un hilo conductor, que fue esta entrevista de trabajo. Estos personajes de los vendedores. Esta cosa de la sala de espera.
¿Cómo surgió la figura del vendedor?
Al principio, con estos textos, íbamos a ser dos compañeros de piso. Queríamos hablar del tema de los alquileres, que también es otro tema que… cuidado. Pero al final acabamos hablando del tema del trabajo. Y surgieron estos dos personajes que viven en el mundo capitalista y solo saben vender. Creo que estamos rodeados de este tipo de personas.
Todos somos, un poco, estas personas, como decías antes, y vendemos o publicitamos lo que hacemos. Por ejemplo, en las redes sociales. He visto las vuestras, por cierto: os lo pasáis bien, ¿eh?
Sí. Nos gustan los referentes como Losinformalls o Nao [Albert] y Marcel [Borràs]. Tienen una actitud muy loca y nos gusta. Y mi compañero Javi tiene mucha imaginación, así que me lanza propuestas locas y absurdas y las hacemos. Es un código que a mí me mola.
En la sinopsis ponéis que estamos desesperados por encontrar a gente. ¿Crees que nos hemos perdido, los unos a los otros?
Bueno, esa frase tiene que ver con algo que pasa en la obra, un juego de palabras. No voy a hacer spoiler. Lo voy a dejar aquí. [Risas].
¡Vale, me parece bien! Es vuestra primera obra juntos. ¿Habrá más, después de esta?
Queremos que haya más. Pero creemos que muchas veces las obras nacen y se mueren muy rápido, son muy efímeras. A veces solo se representan tres días y ya. Así que queremos darle vida a esta. Trabajamos muy bien juntos, nos entendemos muy bien, así que de aquí pueden salir muchas cosas en el futuro.
Me gustaría que me dijeras una frase de la obra.
Hay una frase que a mí me toca mucho cada vez que la digo. Te pongo en contexto. Hablamos de muchos temas, bla, bla, bla, y de repente paramos y nos damos cuenta de que estamos en una sala de espera; esperando algo. Y entonces mi personaje dice: «¿Por qué el dolor solo descansa cuando no existe conciencia?». A veces estamos sufriendo, no nos conectamos con nosotros mismos, pensamos solo en el trabajo y en ser productivos. Y no nos paramos ser… personas. Y puede ser arriesgado o egoísta, y podemos tener mucho sentimiento de culpa o sentir que hemos fracasado, pero es necesario parar. Darnos un respiro.
Es necesario parar. Darnos un respiro.
¿Cómo os gustaría que saliera el público de vuestra función?
Animados y cantando una de las canciones que suenan en el espectáculo. [Risas]. Y pensando que se lo han pasado muy bien viendo esta locura. Queremos que se vean reflejados en estos dos personajes, porque sabemos que todos se van a sentir identificados con algo de ellos, y eso puede escocer. Queremos que la gente salga diciendo: «¿Pero qué está pasando aquí?».
Y que necesite parar para procesar todo, ¿no?
¡Sí! De hecho, una crítica que nos hicieron decía eso: que había sido una de las obras más locas que había visto esa persona, y cuando llegó a casa y se paró… se dio cuenta de que le había gustado.
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