Virginia Woolf escribió Una habitación propia a partir de dos conferencias que ofreció a las alumnas de un College londinense sobre el papel de la mujer en un momento crucial para la lucha del feminismo. Unas conferencias que Clara Sanchis y María Ruiz han recuperado para la escena.
Un trabajo que se estrenó en el Ambigú del Pavón Teatro Kamikaze, que pasó dos veces por la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español y que en todas ellas colgó el cartel de “Localidades Agotadas”. Ahora regresa a los escenarios madrileños, concretamente al Teatro Galileo, para ofrecernos una nueva oportunidad de poder asistir a esta conferencia donde nos encontraremos a una Virginia Woolf “luminosa, divertida, juerguista y absolutamente lúcida. Que, riéndose de sí misma, hablando en broma y, a través del sentido del humor, logra poco a poco ir abriendo camino” nos adelanta Clara Sanchis en esta charla sobre el regreso de Una habitación propia, una auténtica lucha por la igualdad.
Teatro Madrid.- El Ambigú del Pavón, La Margarita Xirgu del Español y ahora el Teatro Galileo. ¡Una habitación propia sigue teniendo mucho que ofrecer!
Clara Sanchis.- Vamos al Teatro Galileo porque en el Ambigú y las dos veces en la Xirgu agotamos entradas. Creemos que hubo espectadores que se quedaron sin verlo y, felizmente, volvemos.
TM.- Eso es señal que, lo que nos cuenta Virginia Woolf, nos sigue interesando, ¿no?
CS.- Sí, nos sorprende todavía algo que está escrito en 1928. La gente aprecia los pensamientos de esta mujer. Son los pensamientos de un genio. Nos revela cosas, nos descubre, su retórica es salvaje.
TM.- ¿Se podría decir que Una habitación propia es un tándem entre María Ruiz y tú?
CS.- Tengo un antes y un después de trabajar con ella. He trabajado varias veces con María Ruiz. A mí me dio la vuelta como un calcetín en un Macbeth que hice con ella hace como 12 años con Eusebio Poncela y siempre la busco, es una mujer que trabajando me gusta muchísimo.
TM.- María Ruiz ha realizado la adaptación del texto original, ¿cómo ha sido ese trabajo para lograr ponerlo en escena?
CS.- María Ruiz ha hecho una versión absolutamente fiel a las palabras de Virginia, un trabajo de orfebrería. No hay ni una sola palabra que no sea de Woolf, lo que ha hecho María fundamentalmente es quitar y luego unir. Quitar con mucho dolor. Nos ha costado lágrimas quitar capítulos enteros, pero es que si no, en vez de una hora y cuarto, hubiera durado seis horas… Aunque a veces fabulo con una segunda parte para poner los capítulos que hemos quitado.
TM.- ¿Cómo surgió la idea de poner en escena este texto de Virginia Woolf?
CS.- Surgió como suelen surgir las cosas en las que tomamos la iniciativa los actores: en un periodo de paro. Decidí ponerme en acción, como hago siempre, porque no puedes parar este oficio. Buscaba algo que hacer con María, me leí el libro en una noche, me emocionó, y se me encendió la luz, fui a su casa y le dije: “María, hagamos esto”. Habíamos barajado muchas cosas, pero ella lo vio con la misma nitidez que lo vi yo y fue imparable. Empezamos a trabajar sin medios y sin nada, por pura fe en la maravilla de texto que nos traíamos entre manos, confiamos en él y tuvimos la suerte de que Miguel Del Arco y Teatro Kamikaze nos abriera las puertas. Les debemos a ellos la criatura.
TM.- Sois muchos los profesionales que estabais necesitados de un espacio que apostara realmente por vosotros y donde plasmar vuestro trabajo y el nacimiento del Pavón Teatro Kamikaze os lo ha dado, ¿no?
CS.- En este momento en el que la cultura parece que va cayendo, que surjan ellos no tiene precio. El nacimiento del Teatro Kamikaze es la mejor noticia teatral de los últimos años. Es un lugar de riesgo y al mismo tiempo de calidad. Son muy valientes y con una creatividad asombrosa. Es un teatro al que siempre sabes que puedes ir porque vas a descubrir cosas interesantes.
TM.- Y ahora al Teatro Galileo.
CS.- Sí, tengo que decir que el Teatro Galileo también está arriesgando en su programación. Tiene un gran mérito porque también es privado y se la juegan cada vez. Además es un teatro que me gusta mucho porque tiene ese ambiente cultural mezclado con la vida del barrio, es un mensaje muy particular.
TM.- Hora y cuarto de monólogo ¿La soledad en el escenario no es abrumadora?
CS.- No estoy tan sola, hay un verdadero diálogo con los espectadores. ¡Que nadie se asuste que no voy a hacer que nadie hable! Pero les convertimos desde el principio en las estudiantes londinenses para las que Virginia dio esas dos conferencias. Yo hablo a esas jovencitas estudiantes, porque realmente somos todas mujeres, y se produce muchísima interacción con el público. Tenemos un viaje a la vez, me apoyo mucho en la respuesta de los espectadores, los veo desde el escenario y hablo con ellos. Respiramos juntas, nos reímos mucho juntas, nos divertimos y poco a poco Virginia nos va dando unas dosis de dolor y pura realidad que cae sobre nuestras cabezas. Creo que estamos ante una de las mentes más inteligentes, imaginativas y creativas del Siglo XX ¡Es bestial!
TM.- ¿Cómo vive eso Clara Sanchis en Una habitación propia?
CS.- Esta función es casi un deporte de alto riesgo y requiere de muchísima concentración. Si te pongo una imagen de lo que siento, es ir caminando por el alambre. Se necesita un trabajo muy grande de concentración; tú solo con tu cabeza es algo que da miedo. Depende también anímicamente de cómo esté para la concentración. La concentración es casi como un músculo que noto en este ejercicio, varía mucho, hay días que tengo una gran concentración y hay otros que me cuesta, que me aparecen avispas alrededor que debo apartar, pero bueno, son las menos. Honestamente, es un regalo hacer este texto, es un aprendizaje constante. Yo creo que nunca he hecho nada tan difícil, por la envergadura que tiene, pero cuando un texto es tan bueno facilita mucho el trabajo del actor, muchísimo. Es una felicidad.
TM.- ¿Qué me puedes decir de la música dentro de Una habitación propia?
CS.- La música parte de un preludio de Bach y luego son variaciones mías, son pequeñas composiciones que están en continuo proceso de improvisación. Voy manejando el instrumento según el día. Es algo maravilloso que María me haya permitido hacerlo, ese cambio de lenguaje me ayuda.
TM.- Una habitación propia y Casa de muñecas son dos escritos que marcaron un antes y un después en el feminismo y ahora coinciden en cartel, ¿qué tienen estas funciones que siguen estando vigentes y reclamando su espacio?
CS.- ¡Cómo no van a estar vigentes si están muriendo tantas mujeres! Estos textos hablan del origen de ese mecanismo en el que la mujer ha sido propiedad del hombre.
Yo he aprendido mucho de esta función. Voy descubriendo capas de las propias palabras de Virginia Woolf. El objetivo del feminismo es que desaparezca, pero algo tan arraigado, no desaparece de la noche a la mañana. Yo creo que hemos hecho mucho, pero aún queda mucho más por hacer, tenemos mucho que resolver y lo peor es que tenemos violencia. ¡Es aterrador! Yo creo que ahora, porque lo veo de gira por las ciudades, hay como un despertar y también empieza a haber hombres implicados en el tema, muchos hombres, ¡pero muchísimos! Virginia, aunque sea demoledora revelando la injusticia que padecemos este sector de la humanidad, no echa la culpa a los hombres, habla de su conjunto; estamos todos en el mismo barco y es un mecanismo que tenemos que resolver juntos, la desigualdad condena las relaciones. Para los hombres es importantísimo también deshacerse de esos roles tan sobreactuados de lo femenino y lo masculino.
TM.- Me encanta ese concepto de sobreactuación de los géneros.
CS.- Sí es que estamos sobreactuados. Escapar de ahí es fantástico. Estamos en un momento interesantísimo. La gran dificultad fue la del movimiento que crearon nuestras abuelas, y los abuelos que las apoyaron, porque sin hombres abriendo el camino hubiera sido imposible. Era tal el sometimiento de las mujeres, no tenían ni derechos civiles, que si no hubiera habido hombres dándose cuenta de que eso había que cambiarlo, hubiera sido imposible. Los hombres aliados sois fundamentales.
Otra cosa que tiene esta función es que habla de una clase de desigualdad, pero lo podemos llevar a cualquier otra desigualdad, es el mismo sistema. Es una lucha de clases y hasta que no logremos esa igualdad y la desaparición de la violencia, la lucha de clases seguirá ahí, es evidente.
Texto José Antonio Alba