VUELVE 'BURUNDANGA'

Eloy Arenas: «Deseo que la gente se abra mucho más, el humor no debe tener límites»

La exitosa comedia de Jordi Galcerán, dirigida por Gabriel Olivares, cumple su 12ª temporada en la cartelera de Madrid en el Teatro Fígaro Adolfo Marsillach

José Antonio Alba

Burundanga es, junto al Rey León, uno de los espectáculos más longevos de la capital. Ya son 12 temporadas las que lleva esta comedia de Jordi Galcerán, dirigida por Gabriel Olivares, como reina de la comedia madrileña. No hay más que asomarse al Teatro Fígaro Adolfo Marsillach cualquier tarde para comprobar que continúa gozando de una estupenda salud, atrapando espectadores, función tras función, a golpe de carcajada. La obra cosecha ya más de 1.500.000 espectadores y 4.000 funciones.

A lo largo de estos 12 años, Burundanga ha sido representada por más de 40 actores en el Teatro Maravillas y en el Teatro Lara de Madrid; el único que permanece del elenco original es Eloy Arenas.

Recuperamos la entrevista que mantuvo Teatro Madrid hace unos meses con Eloy Arenas, actor que no se ha despegado en sus 12 temporadas de este espectáculo.

Conversamos, acomodados en el sofá perteneciente a la escenografía de Burundanga, con este actor, dramaturgo, músico y, sí, uno de los primeros monologuistas de nuestro país, sobre cómo ha cambiado el humor, de su trabajo dentro de este espectáculo, sobre la estupenda oferta teatral en Madrid y de cómo un espectáculo como Burundanga, tal y como sucede con el león de Disney, logra atraer espectadores de cualquier punto de nuestro país. «Los fines de semana esto se llena de gente de toda España. ¡Es maravilloso!», dice Eloy. «Es muy gratificante saber que vivimos en una capital cultural donde la oferta es la hostia».

Teatro Madrid.- Burundanga va por su décima temporada y sigue con muy buena salud. ¿Ha cambiado en algo durante estos años? ¿Se ha permitido algún tipo de actualización para que continúe vigente?

Eloy Arenas.- No ha cambiado en esencia porque es la misma. Eso sí, mi personaje, que es un verso libre dentro de Burundanga, es al único al que la obra le permite la actualización. Este personaje está actualizando constantemente su texto con los acontecimientos.

TM.- ¿De qué manera se actualiza?

EA.- Lo que hago es imitar al autor. Soy dramaturgo e, igual que hay pintores que pintan otros estilos, como Picasso pintaba cosas de Velázquez, a mí me gusta coger el texto y decir: “Galcerán hubiera dicho esto ahora”. Porque el personaje lo permite. Eso ha hecho que el público tenga la sensación de que está escrita hoy mismo.

TM.- Vamos, que el personaje es más tuyo que del propio autor, ¿no?

EA.- Creo que sé más del personaje que Galcerán (Ríe). Podría hablar ahora con él y decirle: «Has escrito un personaje y no lo conoces ni la mitad que yo», dice actuando como si el autor estuviera allí. Acomoda un cojín del sofá donde conversamos y hace un gesto de invitación a ese autor imaginario. «Te voy a hablar de él» (Se ríe). He descubierto que mi personaje es poliédrico porque tiene el don de poder tener el día de una manera o de otra. Esa es la diferencia entre el cine, la televisión y el teatro; el teatro es cambiante, es modificable, sobre todo en comedia. Si eres capaz de no salirte de la historia, de lo que el autor quiere contar.

TM.- ¿Qué claves posee Burundanga para seguir atrayendo público cada día?

EA.- La carpintería teatral de Galcerán es perfecta. Tiene todos los elementos que la dramaturgia exige, con un principio extraordinario, donde ya te da información divertidamente, para que el público sepa y se ría, cómplice, cuando llegan los momentos clave. Esa arquitectura es perfecta, es lo que hace que la historia no envejezca nunca. Tiene una energía fuera de lo común. Eso también es labor de la dirección de Olivares. Siempre digo que en Burundanga solo tienes tiempo para respirar y reír.

TM.- Eso es muy complicado de conseguir.

EA.- Hay que meterle mucha energía, es un valor muy importante. El espectáculo está vivo y de ahí nace el éxito de esta obra. El elenco ha ido cambiando, eso hace que esa energía se mantenga y se renueve. El único que queda del origen soy yo. ¡Y tengo más energía que ellos! (Risas)

TM.- ¿Cómo mantiene uno esa energía durante diez temporadas?

EA.- Tienes que salir a darlo todo. Bueno, si te soy sincero, en realidad yo nunca salgo al escenario, es mi personaje. Yo me quedo en el camerino. Es una cosa que he aprendido en esta función. Es maravilloso, yo cruzo la frontera, cuando voy a salir me convierto en el personaje y me libero completamente porque él sabe lo que tiene que decir y hacer perfectamente. Mucho más que yo. Me desdoblo. Eso es lo que me pasa después de tantos años.

TM.- Quizá el público piense que has estado dedicado en exclusiva a Burundanga, pero en el transcurso de este tiempo, has estado en otros muchos proyectos.

EA.- Claro. Que haya estado aquí no quiere decir que no haya hecho otras cosas, he hecho una serie. He escrito el libreto de Mi Diva sin mí a la soprano Pilar Jurado, una opera contemporánea que se estrenó en el Teatro de la Zarzuela. He hecho un monólogo de Ramón Paso: Papá es Peter Pan y lo tengo que matar, mas otra función de él: Lo que mamá nos ha dejado. He hecho La extinción de los dinosaurios de Fran Nortes, su primera obra, y repuse una comedia mía que se llama Entiéndeme tú a mi.

TM.- Eloy, como espectador, ¿qué buscas en el teatro?

EA.- Bueno, lo único que no soporto del teatro es que me aburra. Me pueden meter un dramón impresionante, una tragedia extraordinaria, un espectáculo de realismo, clásicos, modernos, me da lo mismo. Pero que no me aburra. Porque el aburrimiento es lo peor que le puede pasar a un espectador en un teatro. ¡Ojo! El aburrimiento no tiene que ver con la risa, la risa forma parte de las sensaciones que uno puede sentir en el teatro, pero no significa eso.

TM.- Mucha gente cae en ese tópico de que el teatro es aburrido, eso lleva a que haya quien dice que no ve teatro porque no le gusta.

EA.- ¿Cómo sabes que no te gusta si no lo ves? Ese cerramiento también lo hay con el cine español: «A mí no me gusta el cine español». No todo es bueno, cierto, pero tampoco todo es malo. Lo primero que tienes que averiguar es qué genero teatral es el que te anima. Debería haber una guía que dijera: “Si eres primerizo, empieza por esto”. Aunque hay padres que llevan a los niños a espectáculos infantiles y ya van viendo. Yo recuerdo un espectáculo que hizo Ara Malikian durante muchos años en el Teatro Lara y me fascinó ver las emociones que provocaba el espectáculo. ¡Es maravilloso! Un niño está oyendo a Vivaldi y no se aburre, porque está emocionado y le están pasando cosas.

TM.- ¿Sientes que ha cambiado el sentido del humor del público en estos años?

EA.- Si hablamos en términos generales, sí, el público está cambiando. Vivimos en una época bastante represiva. Una vez me preguntaron si el humor tiene límites y dije que no, quien tiene límites son las personas. De todos modos, el público va por olas, olas represivas y olas abiertas. Me acuerdo en el año 2000, cuando estrené Entiéndeme tú a mí, esa obra tenía mucha retranca y era bastante provocadora, y cuando la he vuelto a repetir ahora, la gente no ha entrado igual en toda esa parte provocadora. Hay un halo de autocensura. Deseo que la gente se abra mucho más, el humor no debe tener límites. Con Burundanga hemos resistido a todo. Recuerdo que en 2011, cuando mencionabas a ETA, notabas la incomodidad del público. Eso se fue transformando y ahora incluso viene mucha gente joven que pregunta que qué es ETA. Ese es el éxito de la política contra el terrorismo. También es verdad que han conocido terroristas mucho más feroces.

TM.- ¿Cuáles son tus referentes dentro del humor?

EA.- Mis referentes internacionales son Groucho Marx o Woody Allen. De aquí Tip y Coll, Millán Salcedo es una genialidad y, curiosamente, los libros de Wenceslao Fernández Flórez. Wenceslao tiene una definición del humor maravillosa: “El humor es la sonrisa de una desilusión” es una preciosidad. El sentido del humor es celta, la gracia es íbera, pero el humor es celta, es gallego y británico. El humor nace ante la inmolación de uno mismo. Tú te inmolas y no te preocupes que, a partir de ese momento, nadie se reirá de ti porque ya lo has hecho tú.

TM.- Y de los cómicos actuales, ¿a quién destacarías?

EA.- Me gusta mucho Goyo Jiménez y Joaquín Reyes ¡Son dos tipos de Albacete, curiosamente! Joaquín me parece que tiene un potencial extraordinario, no deja de sorprenderme, tiene una evolución curiosa, siempre sus imitaciones son desde el punto de vista del tipo de Albacete y siempre acierta. Miguel Lago también me gusta, es un provocador nato, no tiene vergüenza, ni moral. Es muy salvaje.

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Escrito por
José Antonio Alba
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