Una de las cómicas más famosas de nuestro país tiene como apellido artístico una letra muda, silenciosa. Cuesta entender cómo esta mujer que pisa con aplomo los escenarios se declare una persona tímida – bueno, pudorosa-, pero lo es. Seguramente forma parte del binomio persona y personaje que se desdibuja en los profesionales de la interpretación. En esta entrevista, nos presenta Mentes Peligrosas que está agotando localidades en su paso por los teatros de toda España y con una ansiada parada en Madrid el 7 de diciembre en el Wizink Center. Pero más allá de eso, intentamos acercarnos a esa Eva María Hernández Villegas que nació en Segovia y que ahora se enfunda un uniforme de colegio para el cartel de este espectáculo.
¿Cómo es tu personaje?
Bueno, mi personaje soy yo. Y me lo han puesto muy fácil, haré de presentadora que es algo que hice en las últimas ediciones del Club de la Comedia que presenté, con lo cual es sencillo. Es verdad que, después de tantos años,… el primer monólogo lo hice en 2001. Pero los espectáculos de monólogo siguen funcionando divinamente y la gente tiene muchísimas ganas de reír.
¿Cómo habéis trabajado el espectáculo?
Es un homenaje al monólogo y al stand-up comedy. O sea, que nadie se lleve a engaño de que va a ver una obra de teatro… No, la base y el ingrediente principal sigue siendo el monólogo, el humor y la marca personal de cada uno, que yo creo que es muy importante.
¿Cómo era Eva Hache en el colegio?
Pues la verdad es que pasaba bastante desapercibida. Yo no me dedico a esto porque haya sido ni súper traviesa, ni la más graciosa de la clase, ni nada de eso. Era… Bueno, y es que además yo creo que lo sigo siendo. Yo creo que soy una persona no tímida, pero bastante pudorosa. Es verdad que el monólogo no se puede afrontar desde la interpretación, como teatralmente hablando, porque es muy difícil. Deberías tener un personaje muy bien construido para que el monólogo funcione, pero sí que es una parte de mí que no soy yo del todo. En literatura se habla mucho de autoficción, en realidad es una parte ficcionada de mí, pero yo si no estoy trabajando, suelo ser muchísimo más tranquila y muchísimo más silenciosa.
¿Qué asignatura se te daba mejor?
A mí siempre me ha gustado mucho Lengua y Literatura, y por eso estudié Filología. Bueno, estudié Filología porque a mis padres Arte Dramático les parecía una marcianada que no estaba convalidado todavía como una diplomatura. También los idiomas también me gustaban mucho.
¿Cómo empezaste en el teatro?
En el instituto había talleres y yo me apunté a teatro, y ya hicimos algunas funciones durante dos cursos, al final del curso. Luego tuve la osadía de dirigir una obra de teatro en un concurso que hubo en el instituto y ganamos un premio que fue una excursión a Salamanca. Al llegar a la universidad, como realmente lo que me hubiera apetecido era haber estudiado Arte Dramático, el primer día que asistí a clase pasé por una puerta que ponía «aula de teatro» y llamé. Era un servicio que ofrecía la universidad, era gratuito, un taller más estable, con ejercicios prácticos. El director era Juan Antonio Quintana, que era el dueño, director y fundador de una compañía de teatro en Valladolid, muy estable, de hecho se llamó Teatro Estable, y entonces empecé a trabajar en la compañía de teatro. Al final, a lo que iba, que era Filología Inglesa, la acabé porque soy muy de acabar las cosas que empiezo, pero yo creo que ya sabía desde el principio que no me iba a dedicar a eso.
¿Alguna anécdota que nos puedas contar del espectáculo?
A Gran Canaria llegamos por los pelos, yo sobre todo. Era el estreno y entonces Nacho, que es nuestro productor de Etiqueta Negra, estaba muy nervioso, porque habíamos apurado mucho con los vuelos. Entré prácticamente a la vez que el público. A mí, que yo creo que o soy de corcho o me he muerto en una curva y no lo sé, conservo tan bien los nervios… Pero Nacho estaba desquiciado.
¿Te gustaría un reencuentro con tus antiguos compañeros?
Yo sé que estoy en un momento de mi vida en que la nostalgia me viene bien. Otras veces he pensado siempre muy a futuro, pero ahora, por ejemplo, que tengo una situación muy calmada, me gusta recordar sin echarlo de menos. Sí que me hubiera hecho mucha ilusión encontrarme con mis antiguos compañeros y compañeras, así que nada, a ver si lo repiten.
