En junio regresa al Teatro Lara de Madrid la obra Cádiz, que ya estuvo programada en este escenario cosechando buenas críticas y grandes aplausos del público. Rescatamos la entrevista que TeatroMadrid mantuvo con Fran Nortes (Elda, 1976), creador y protagonista de esta pieza que se consolida en la cartelera madrileña como una de las opciones que el público busca durante el fin de semana. Con Nortes hablamos de Cádiz, de su carrera como actor y dramaturgo, de la amistad, la vida…
Nos recibe en las escaleras de incendios del Lara, una joya arquitectónica en la calle San Roque. Allí, mientras fuma, está hablando por teléfono con sus padres como si fuera el salón de su casa, y es que el Teatro Lara es para él eso: su casa. Tras estrenar dos textos, casi criar a su hija en los camerinos del teatro y pasar seis años representando Burundanga, Fran Nortes se mueve por la Bombonera de la Corredera Baja como pez en el agua.
TeatroMadrid.- Un año va a cumplir Cádiz en cartel… ¡Quién lo iba a decir! El bebé se hace mayor… ¿Qué sientes?
Fran Nortes- Sí, estamos muy contentos. Siento mucha alegría. El proyecto estaba en un cajón y cuando le presenté el texto a Antonio (Fuentes, director del teatro) y Violeta (Ferrer, productora del Lara) era la versión 18, porque yo toco mucho los textos. Y lo fuimos perfeccionando juntos, hasta que tuvimos la versión 21. Para mí era muy importante que este texto saliera de un entorno familiar, con la gente que quieres, que se notara ese buen rollo en el escenario, el cariño en el proceso creativo, la producción… Eso era esencial, lo hemos conseguido y mola mucho.
TM.- ¿Ha cambiado la función en todo este tiempo?
F.N- Ha cambiado un poquito. Le doy mucho la paliza a mis compañeros para que no cambie demasiado. Porque la dirección de Gabriel (Olivares) está muy bien y las comedias, como le sueltes las riendas al caballo, se van a hacer puñetas. Insisto mucho en que lo importante es la historia, que no hagamos de más, porque no hace falta para que la obra funcione. Por suerte me hacen caso. Con el paso de la sala de abajo a la grande, arriba, algo hay que adaptar siempre.
TM.- ¿Qué pensaste cuando después de tener que cerrar y confinarnos, te llaman del Lara y te dicen: “Oye, que reabrimos el 8 de julio y además Cádiz pasa a función principal en la sala Cándido Lara, cuatro días a la semana, de jueves a domingos”?
FN- ¡El 8 de julio! Cuando me llamó Violeta… Estábamos encerrados todos en casa aún… Mi primera sensación es, ¡qué guay! Y cuando me dice en plena desescalada: Oye, que sí, el 8 de julio. Le digo a Diana (Lázaro, actriz y pareja de Fran): ¡No vamos a llegar ni de coña! Pero mira, aquí estamos. Y felices.
TM.- Y el primer día que levantasteis el telón tras el confinamiento con Cádiz ya adaptada a la sala grande. ¿Qué sentiste?
FN.– A mí se me mezclan recuerdos. Como la memoria es mentirosa. Después de 6 años con Burundanga, hacer Cádiz en la sala Lola Membrives unos meses… creo que mezclo sensaciones. Sí sé que yo le pedí a Gabriel (Olivares), cuando estrenamos abajo, que por favor llegáramos con muchos pases generales, con la obra empacada. Y llegamos con dos semanas de generales. Y la obra maduró en los meses que estuvimos en la sala Lola Membrives. Así que cuando volvimos al teatro, a hacerla por primera vez tras el confinamiento, la sensación era de volver a estar en casa. Seguros. Haciendo lo que queremos hacer.
TM.- ¿Pero cambios notasteis, aunque fueran las mascarillas?
FN- ¡Pues fíjate tú que no! Teníamos ese miedo. ¿Se reirá la gente ahora? ¿Notaremos que se ríen bajo las mascarillas? Y era algo importante porque Gabriel, cuando nos dirigió, siempre nos decía que el público es el cuarto amigo, y claro, pasamos de una sala donde podíamos tocar al público con las manos a una grande y sin verle el rostro. Pero qué va, la gente se ríe, se divierte, empatiza con nosotros y es un gusto en estos tiempos ver el teatro lleno los fines de semana, dentro del aforo permitido.
TM.- ¿Y de qué va Cádiz, para quien no la haya visto? Porque ya hay miles de espectadores que han pasado por el Lara para reír y disfrutar de vosotros…
F.N- Pues ayer venía Nacho (López, actor del montaje), con un libro de guion y me decía que Cádiz es una historia de amor. (Risas) Y es así, es la historia de amor de tres amigos de toda la vida. Y cuenta cómo se separan ellos o cómo la vida los separa. De repente no tienen nada en común los tres. Vemos cómo esa relación se rompe, se quieren, pero no pueden estar juntos y vemos dónde les va a llevar la vida para ver si mantienen ese amor, porque no pueden dejar de quererse.
TM.- ¿Crees que todavía hay hombres que no son capaces de decir “te quiero” a un amigo o darle un beso o un abrazo? ¿Esa mal entendida masculinidad existe aún?
F.N- Sí, en estos tiempos ves comportamientos y ves algunas ideologías que resurgen y piensas: “¿En serio, tronco, que ves la vida de esta manera?” El patriarcado, la masculinidad, los cuidados son cosas que de verdad hay que sentarse y repensarlas.
TM.- Mejor siempre desde el humor…
F.N. Siempre. Desde el humor pienso, desde el enfado me pongo ciego y no veo más allá.
TM.- ¿Por qué crees que el montaje está funcionando bien a pesar de la situación?
F.N- Porque estos son tres idiotas. ¡Es súper bonito! Ver como el público se ríe de algo, sobre todo los hombres, que en realidad es una crítica a ellos. Porque todos tenemos algo de estos tres. Adrián, Eugenio y Miguel son tres idiotas a los que acabas queriendo mucho al ver la función, pero que matarías. Son tres niños pequeños.
TM.- Siempre se pregunta a la gente qué ha hecho por amor. ¿Y por amistad? ¿Qué locura ha hecho Fran Nortes por amistad?
F.N- (Ríe) ¡Muchas!
TM.- ¡Una!
F.N- Pues mira. Llegarte un colega que ha tenido movidón con su chico, pedirte que lo escondas en casa. Que te venga el novio y quiera subir a buscarlo. «¿Dónde está éste?» Y tú: «No está». Y sube y tienes que esconderlo tras la cortina, porque el otro empieza como loco a registrar la casa. ¡Y no te lo puedes creer! ¡Y pensando que por favor no lo encuentre…! (Ríe)
TM.- ¿Es el argumento de la segunda parte de Cádiz?
F.N.– (Ríe) Podría ser. ¡Uno por un amigo hace lo que haga falta!
TM.- ¿Por qué pasas de ser actor a escribir?
F.N- Pues mira, estaba pasando una mala racha, un día me pongo frente al ordenador y me pongo a escribir. Llevaba mucho tiempo haciendo teatro y lo tengo tan integrado que sin darme cuenta estoy escribiendo eso, una obra de teatro. Empecé a escribir por terapia. Y me di cuenta de que me gusta tanto como interpretar.
TM.- Fran, la pandemia nos ha hecho a muchos plantearnos nuestras vidas, incluso cambiar la concepción que teníamos de ellas. Pero es algo que es usual en los actores o la gente del teatro. ¿Has pensado alguna vez tirar la toalla, dedicarte a otra cosa, dar un giro a tu vida?
F.N.- Cuando vine a Madrid tuve suerte al principio. Creo que es esencial en la carrera de un actor el factor suerte. No me convence otro argumento. Hubo un momento que la cosa se paró y tuve que trabajar en otras cosas, compaginar. Me ofrecieron hacerme fijo en Telefónica y justo en ese momento, tras mucho tiempo sin trabajar de actor, me llamó Gabriel Olivares para hacer un casting para La Importancia de Llamarse Ernesto. Me lo tomé como una señal. Si me sale, sigo, pero si no sale, pues me quedo fijo en Telefónica. Y me llamó un día antes y me dijo que finalmente tenía claro quién iba a hacer el papel, que no era yo, que no hiciera el casting. Y no, yo tenía que hacerlo, porque era mi señal. Se decidía todo. Le dije que no, que me presentaba igualmente. Y por mis narices me presenté. Lo hice, y finalmente, Diana Lázaro y él decidieron darme el papel. Y fíjate, si no hubiera ido, trabajaría en Telefónica, no conocería a Diana, mi mujer y la madre de mi hija, y no hubiera hecho Cádiz en el Teatro Lara con dirección de Gabriel Olivares.
TM.- ¿Qué le dirías a los que empiezan? ¿A los que están pensando dedicarse a esto?
F.N.- Que prueben. A ver qué pasa… Pero que sepan que es una carrera de fondo. Es una carrera difícil, pero que no se queden con la idea de haberlo querido intentar y no intentarlo.
TM.- Para terminar. Sopla las velas de un año en cartel y pide un deseo.
F.N- Yo lo hago, pero no te digo el deseo que no se cumple. (Ríe).
TM.- ¿Veremos Cádiz fuera de Madrid?
F.N- Yo creo que sí. Propuestas hay, pero tenemos que ir despacio. Es una obra que funciona, divertida, que la gente repite y fácil de mover. Tú nos das un coche grande, metemos la escenografía y nos vamos los tres actores sin pensarlo adonde nos digan.
Hablamos con Fran de más cosas. De la situación actual de las artes escénicas, de lo olvidada que está por las instituciones, de cómo hay que aprovechar las oportunidades que surgen en tiempos de crisis… Y de mucho más, porque Fran Nortes, además de buen actor y dramaturgo, es un gran conversador. Cádiz sigue dando guerra en las tablas del Teatro Lara viernes y sábados. ¡No te la pierdas!