Los brutos, con texto y dirección de Roberto Martín Maiztegui, se ha estrenado en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional. En la rueda de prensa previa, el autor manifestó que la obra habla, entre otras cosas, «de la imaginación, no tanto como vía de escape, sino como herramienta para construir y diseñar nuestras vidas».
El personaje de Francesco Carril, Nito, creció en un barrio humilde de la periferia de Madrid y sus vivencias le impulsaron a desear, a imaginar un futuro diferente. Pero, ¿cuál es la relación que tiene ahora con ese pasado que le llevó a crear una vida distinta? ¿Qué papel siguen teniendo esas personas que fueron importantes para él y que dejó atrás?
El espectáculo, que también trata temas como el papel de la escritura para recuperar lo perdido o la necesidad de algunas personas de utilizar sus orígenes humildes como una herramienta de marketing, cuenta también con la interpretación de Javier Ballesteros, Ángela Boix, Olivia Delcán y Emilio Tomé.
En TeatroMadrid hablamos con Francesco Carril sobre la pieza, sobre el poder de la imaginación, la importancia del pasado y sobre aquellas personas que forman parte de la creación de quienes somos.
¿Qué fue lo que encendió una chispita en ti al leer el texto por primera vez?
En una primera lectura, lo que más me llamó la atención de la obra fue que era un homenaje bonito a todas esas personas que en nuestra infancia y adolescencia han tenido que ver —de una manera más o menos consciente— en el desarrollo de nuestra vocación. Este no es el tema central de la obra aunque sí es importante.

Imagen de Los brutos de Roberto Martín Maiztegui.
Uno de los aspectos centrales es el poder de la imaginación. ¿Qué supone para ti imaginar?
Para los actores la imaginación es absolutamente todo. Trabajamos con lo invisible, con eso que no está y que tenemos que hacer aparecer, que el público lo vea. Para mí la imaginación es la máxima expresión de la libertad.
La obra reflexiona sobre la imaginación como herramienta para crear una nueva vida, para imaginar un futuro posible, algo fundamental.
¿Cuánto de lo imaginado se ha hecho realidad en tu vida?
Bastante, sobre todo a nivel profesional, estoy muy agradecido porque todo aquello que yo imaginé cuando tenía dieciocho años se está cumpliendo, de una manera u otra. Luego, a nivel personal, va mucho por etapas. Estamos constantemente imaginando. Yo, por ejemplo, tengo una relación bastante bonita con el pasado y, a veces, la tengo un poco inquieta con el futuro. Creo que imaginar el futuro, que es el mundo de la posibilidad, me ocupa más.
En relación con Los Brutos y la historia de tu personaje, Nito, quería preguntarte: ¿qué consideras que puede impedir más avanzar a una persona? ¿Su situación económica o las creencias arraigadas que tiene?
La obra habla mucho de esto, desgraciadamente la economía es importante, algo que además se ve claramente a la hora de dedicarse al arte. No todo el mundo se puede permitir estudiar en una escuela de cine, por ejemplo. Pero, a nivel de creencias, podemos ser muy poderosos. Cuando tenemos una creencia fuerte en algo podemos ser imparables. Creo que la tozudez muchas veces es buena porque nos lleva a avanzar.

Francesco Carril con la actriz Ángela Boix en escena.
Nito quiso creer que era posible. ¿Qué reflexiones o aprendizajes te ha aportado el universo emocional de tu personaje?
En cuanto a aprendizajes creo que lo sabré más adelante. Acabamos de terminar los ensayos y ahora no estoy tanto en pensar qué he aprendido de él sino más centrado en vivirlo en el presente. En honrarlo y en honrar la obra. Estoy muy en el presente con él, un poco como en la vida. Luego seguro empezaré a valorar y a pensar qué me ha traído esta experiencia.
«En nuestro intento de volvernos originales, tenemos que mirar de dónde venimos y reivindicarlo»
Hablemos entonces del presente de tu personaje, ¿cuáles son sus conflictos?
La obra arranca en un punto en el que mi personaje tiene una vida muy exitosa. Ha conseguido escribir películas y series con buena acogida y ahora está intentando vender un guión a una productora italiana. Mientras explica de qué va la historia, empiezan a aparecer todas esas personas importantes de su vida y, de alguna manera, le empieza a volver a poseer todo ese pasado. Creo que uno de los conflictos bonitos que se ven en la obra es que, por mucho que queramos despegarnos de nuestros orígenes, estos están ahí. Tu pasado y las personas que se quedaron en él te han influido de alguna manera en el desarrollo de tu vocación.
Hay una frase que me gusta mucho de Gaudí que dice: «La originalidad es volver al origen». Muchas veces, en nuestras renovaciones, en nuestro intento de volvernos originales, tenemos que mirar de dónde venimos y reivindicarlo.
¿Cómo has vivido tu vuelta a los ensayos con este proyecto teatral?
Ha sido estupendo. Yo conocía a Roberto desde antes porque rodamos un corto juntos hace años, de hecho era con Ángela Boix que es una de las actrices de la función. Con Emilio también ya había trabajado pero con Javier Ballesteros y con Olivia Delcán no; pero los admiro mucho y tenía ganas de trabajar con ellos. El proceso ha sido bonito porque Roberto ha generado un espacio de cariño, de delicadeza, de mucha intimidad que muchas veces no es fácil. Ha sido muy especial porque además era su primera dirección en teatro.
Yo llevaba unos años sin hacer teatro porque decidí realizar un parón hace tres años y ha sido una vuelta muy feliz y, especialmente, gracias al equipo humano que ha generado esto.

Franceso Carril interpreta a Nito, un exitoso guionista y director que revisa su pasado al intentar vender su próximo proyecto.
Hemos reflexionado sobre la importancia de aquellas personas claves que pasan por nuestra vida. ¿Qué hay de esos personajes que has interpretado? ¿Han aportado algo en la creación del Francesco actual?
Pues mira, no lo sé, pero me pasa algo muy curioso, y es que siempre suele haber paralelismos sorprendentes entre los personajes que interpreto y mis momentos vitales. Es muy fuerte, algo que no me deja de sorprender, aunque no pasa siempre, pero la mayor parte de las veces me ocurre. Tengo muchos ejemplos que recuerdo sobre esto, es muy bonito, una manera de que, a través del teatro o de un rodaje, se me revele algo, se esclarezca algo de mi momento presente.
Te confieso que a mí me pasa lo mismo con los artículos que me toca escribir. Me ha ocurrido varias veces: llevo tiempo reflexionando sobre algo y veo que justo tengo que hacer una entrevista sobre una obra que trata esa idea.
Esto es poderoso y es bastante fuerte.
Ha sido un placer hablar contigo, Francesco.
Igualmente.
Después de realizar esta entrevista, quien escribe reflexiona sobre el porqué de estos paralelismos. Y es que por muy diferentes que podamos parecer unos de otros, en esencia, somos análogos. ¿Acaso no compartimos el mismo miedo primario, el mismo deseo de bienestar? ¿Acaso no nos hacemos todos las mismas preguntas? Puede que la respuesta que llevamos tiempo buscando, ese aliento de esperanza, esté en una película improvisada una tarde de domingo, en un libro que lleva tiempo en la estantería, en la conversación fortuita que mantenemos con un extraño. O puede, también, que esté en la obra de teatro Los Brutos, en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional.
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