El Teatro de La Abadía estrena el nuevo trabajo como directora de Helena Pimenta, quien se encarga de llevar a escena Coraje de madre por primera vez en nuestro país. La dramaturgia, del autor teatral de origen húngaro George Tabori, hace resonar el teatro de Brecht con un sentido del humor mordaz y motivador, y con el deseo de volver la vista atrás. Concretamente, a un día de verano de 1944 cuando su madre, Elsa Tabori, es detenida y subida a un tren camino a Auschwitz. Durante el trayecto, engaña a un oficial diciéndole que no lleva consigo su salvoconducto y logra escapar y ser la única superviviente de aquel convoy. En el relato que aparece en el escenario, es ella quien corrige la versión de su hijo para incluir, silenciar o detallar con más exactitud los hechos y para construir diferentes sensaciones y perspectivas en el público.
Esta historia de supervivencia y conflicto y de amor entre un hijo y su madre ante la confesión de lo ocurrido tal día fue, en origen, un relato que el autor convirtió en testimonio para una obra de teatro estrenada en 1979. También se pudo ver en pantalla grande en 1995, bajo la dirección de Michael Verhoeven. Ahora, Isabel Ordaz, Pere Ponce, David Bueno, Xavi Frau y Sacha Tomé son el elenco que pone en pie esta pieza, del 23 de febrero al 19 de marzo. Durante este casi mes de representaciones y para acercar el trabajo de este autor tan fructífero, el Teatro de La Abadía organiza varias actividades paralelas en torno a su legado, entre ellas una exposición y la proyección de un documental.
TeatroMadrid ha charlado con Helena Pimenta para saber más detalles sobre el montaje y conocer de primer mano cómo está marcando este nuevo trabajo su carrera profesional, y cómo ha sido el proceso de ensayos de una obra que trae un pasado no tan lejano hasta la actualidad.
¿Cuál fue la primera dirección, el primer paso que diste con el elenco en esta pieza?
Les dije: vamos a leer en profundidad el texto juntos y a intentar entender lo que está por debajo.
¿Qué cuenta esta historia, qué es lo que más puede atraer al público?
Lo mismo que a nosotros, a todos como ciudadanos del siglo XXI, seguramente sea el ejercicio que hay que hacer de pensamiento y memoria sobre una debacle, sobre lo que ocurrió en esta guerra mundial con la eliminación de seis millones de personas, y la actitud o el olvido al que estuvieron sometidos o el mirar hacia otro lado. Me parece algo importantísimo porque es historia de la humanidad, nuestra propia historia, y reconocernos y pensarla desde la ciudadanía actual es encontrarse para reivindicar el pensamiento y evitar salvajadas o barbaries como aquella. También siento que tenemos que reivindicar el teatro y la risa, a veces, como gran elemento de resistencia. Todo esto me parece algo muy atractivo. Nadie del equipo somos gente que pretendamos epatar, sino que somos gente de experiencia teatral importante y con un compromiso con nuestro arte. Y, desde ahí, hemos hecho un gran esfuerzo para contar lo que nos transmitía este autor y hemos querido encontrar el arte para contarlo… Y ojalá lo hayamos conseguido.
¿Quién es Tabori para ti?
Este es un autor que te busca, te provoca, te inquieta. Creo que es tan sabio que los hechos se cuentan de una forma muy sorprendente y te hace entender cosas que una narración al uso no te da.
¿Cómo se cuenta en escena un hecho que nos suena tan lejos?
Con las instrucciones del propio autor. Y no porque haga acotaciones, sino porque nos ha impresionado su forma de hacerlo. El lenguaje que elegimos para contarlo es nuestro, pero hemos seguido lo que creíamos que él quería hacer: contraste de lenguajes, de puntos de vista, digresión, disrupción, etc. En el montaje, la ilusión se rompe para que aparezca la realidad y esto no te da serenidad. Te lleva de un sitio a otro de manera constante y muy eficaz y provoca una luz sobre estos acontecimientos. Creo que el teatro es uno de los lenguajes que más le va a esta historia. La película me interesó, pero en escena hay una voz del narrador muy importante que es contradicha por la madre, ambos frente a frente.
¿Qué ha sido lo más difícil de ensayar o de llevar a escena aquí?
Diría que encontrar el lenguaje con el que queríamos hacer la obra. Pero siento que, a la vez, ha sido lo más apasionante.
¿Es una búsqueda de la verdad o la intención es más bien ofrecer un abanico de perspectivas?
Hay una verdad, la de la ficción, que es la del personaje del hijo, con capacidad para contar con la palabra cosas increíbles. Y en medio de la acción cotidiana del relato, incluye los temas principales, como el miedo ante la invasión alemana, cómo les deportaban y les iban expropiando casas, pasando por cómo eran observados por gente que miraba hacia otro lado hasta sus propias despedidas cuando entraban en un vagón de ganado. Todo esto se cuenta con literatura, pero con una sabiduría muy especial y con humor. Pero ella, el personaje de la madre, le para y le dice que cree que no puede ser así, colocándonos en la paradoja. Por ello, los puntos de vista son variados y contienen una gran ternura e inteligencia.
¿Qué gran pregunta, para ti, atraviesa el montaje?
Ella es el testimonio de lo vivido y él la ficción, la retórica artística. Él está inquieto por ser ético y por responder a la pregunta de si es irrepresentable un acontecimiento tan terrible o si tenemos derecho a hacerlo. Recuerdo haber trabajado para borrar todo lo que en primera instancia entenderíamos por irrepresentable, para ir despojándolo juntos. En realidad, lo importante es hacerse la pregunta ética: ¿Tienes derecho a ponerte en el lugar de esas personas que sufrieron tantísimo? ¿Por qué? Y si lo haces, tiene que ser hacia algo que tenga que ver con la libertad y con la honestidad.
Ahora que llega el momento del estreno, ¿qué te llevas como aprendizaje?
Que siempre estás empezando.
¿Qué te sigue sorprendiendo a nivel profesional y personal del teatro?
Autores como este, que anda por los escenarios del mundo hace 50 años y que aquí apenas se conocía. Me sigue sorprendiendo el compromiso de tanta gente, como el de esta casa, el de los actores jóvenes porque lo son y el de los experimentados porque sigan amando esto. Y me sigue fascinando, sinceramente, ver al público entrar en un teatro.
¿Para qué te gustaría tener más coraje?
Quisiera ser valiente para no engañarme, en lo posible, con la vida, con los afectos, con mi propio oficio. Quisiera tener el valor de afrontar las verdades que se intuyen.
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