Henar Frías: «Molly Bloom es todas las mujeres»

Andrea Garriga

En la imagen la entrevistada, Henar Frías.

En Teatro Madrid hemos hablado con Henar Frías, actriz en Molly Bloom, espectáculo de la compañía ToBeFree Producciones que se puede ver durante este mes de diciembre en Nave 73.

La pieza es una versión de Rubén Tobías y Henar Frías del monólogo interior escrito por James Joyce en el epílogo de su novela vanguardista Ulises. Este conocido monólogo, sin signos de puntuación, emula el fluir, desinhibido y libre, del pensamiento de Molly Bloom, la mujer del protagonista.

«La novela está escrita entre 1910 y 1922 pero Molly Bloom es todas las mujeres. Como Penélope. Este monólogo es un grito de todas las mujeres. Da igual el año en que se represente. Es un texto atemporal, anacrónico. Molly sigue viva.» Apunta la actriz. 

ENTREVISTA A HENAR FRÍAS

¿Qué es lo que busca Molly Bloom?

Henar Frías Lo que busca Molly Bloom es la igualdad con los hombres. Ellos pueden buscar a otras mujeres sin condena: ella busca el amor sin condena, el sexo sin condena, sin juicios. Busca igualarse y dar a conocer las necesidades de una mujer sin ser condenada. 

Molly Bloom es un monólogo muy femenino que reivindica el empoderamiento de la mujer y el sentimiento de la mujer desde las entrañas. Es una obra que busca llegar a todo tipo de público y que los hombres conozcan más a las mujeres. Compartir la feminidad, hacer llegar la maternidad, el sentimiento de pérdida de un hijo. 

En el caso de Molly, el marido la culpa de la pérdida del hijo. La castiga con su indiferencia, la castiga con su desamor, la castiga separándola de su hija… Es un castigo del hombre hacia la mujer. Ella reivindica el por qué las mujeres no pueden sentir igual que los hombres y el por qué está mal visto que sientan placer en el sexo, sientan esa necesidad de autosatisfacción.

En la imagen la actriz encarnando a Molly Bloom.

Desear y sentirse deseada mantiene a Molly en pie. ¿Es el pasado su aliado o su enemigo? 

H.F. Su enemigo es el desamor. Molly utiliza el pasado para revivir que fue deseada, que fue querida… Y todas esas vivencias le devuelven el poder. Y ese poder es una ensoñación, porque en el fondo es una pobre mujer que sigue metida en su casa, que sigue sumida en su dolor y es libre solo en sus pensamientos. Molly es libre solo en sus pensamientos y en sus deseos.

La realidad es que, aunque las mujeres queremos ser iguales, todavía en muchos ámbitos no nos dejan ser iguales. Un hombre puede irse con muchas mujeres y es un machote, una mujer se va con muchos hombres y consideran que no es una buena madre ni una buena mujer. Todavía, además de tener el techo de cristal en los trabajos, también tenemos un techo de cristal como mujeres. 

Molly lo que hace es gritar desde sus entrañas, gritar desde sus ovarios que queremos esa igualdad. Que queremos sentirnos iguales, en todos los ámbitos, que no tiene por qué haber diferencia. La única diferencia que hay es que nosotras parimos, en lo demás somos igual que los hombres. ¿Por qué tienen que haber diferencias? 

Ella dice: «el pasado siempre vuelve». Ella lo que hace es revivir sus momentos felices que también se tornan tristes, porque todos tenemos momentos felices y tristes del pasado. Se fortalece con esos recuerdos, se embebe en esos recuerdos maravillosos porque no le queda otra. Es un grito de libertad, un grito de decir: «¡Basta ya! A mí no me van a encadenar. Ni a mi mente, ni a mi cuerpo».

¿Por qué decidisteis adaptar y montar este monólogo?

H.F. Yo estudié derecho por mis padres pero he sido profesora de lengua y literatura por mucho tiempo. Mi afán y mi amor siempre ha sido la literatura. He leído muchísimo, he sido una lectora voraz desde pequeña, de hecho mi primera lectura fue Crímen y castigo, ahí lo dejo (ríe). Siempre había oído hablar sobre la obra Ulises de James Joyce, sobre que era una obra difícil, muy erótica y me entró curiosidad. Cuando lo leí comencé a ojearlo por el epílogo del libro y dije: «¡esto es una maravilla! ¡Este personaje soy yo!». Y a partir de esa lectura, me leí la obra completa y me enamoré. 

En la imagen Molly recordando sus mejores vivencias.

¿Cómo encarasteis Rubén Tobías y tú la adaptación del texto?

H.F. La adaptación nos llevó dos años de arduo trabajo. Una vez me enamoré del personaje, se lo comenté a Rubén, que es mi pareja, actor de toda la vida con una trayectoria larguísima. Cuando se lo comenté me dijo que era un reto brutal, que nadie quería hacer este personaje por su dificultad interpretativa. 

La primera adaptación tenía una duración de siete horas, la segunda cuatro horas. Íbamos limando, quitando… Teníamos los folios colgados en una pared y luego Post-it, flechas… Como en las películas cuando investigan un asesinato, igual. Finalmente terminó en una hora y media. Especialistas de James Joyce que nos han visto tanto en España como en Uruguay se han puesto en contacto con nosotros y nos han dicho que está todo, que habíamos dejado en esa hora y media lo más importante, que no faltaba nada. 

Estás una hora y media tú sola en escena, con un monólogo muy difícil de interpretar… ¿Cómo ha sido el proceso de ensayos y la encarnación del personaje?

H.F. Este monólogo está considerado el más difícil de interpretar de toda la literatura universal porque no hay una conexión espacio-tiempo. Es una espiral constante de presente, pasado, futuro. Es una alusión completa a Penélope pero Molly Bloom no teje físicamente: teje pensamientos, teje sueños, teje deseos. 

Tuve que recurrir a códigos mnemotécnicos porque al no haber conexión, al ser un texto donde los pensamientos vuelan y van saltando de un lado a otro y son difíciles de hilar, los tienes que unir a movimientos. Por ejemplo, oigo un tren y este me lleva a la ventana, pero la ventana me lleva a hablar de un cura que me confesaba, etc. Soy incapaz de ensayar solamente el texto, me tengo que ir moviendo y el movimiento me lleva a los pensamientos y viceversa. 

Es una espiral que te va envolviendo y te va llevando, es lo más difícil que he hecho nunca en mi vida. Lo considero un «tour de force» pero me veréis disfrutar. 

En la imagen la puesta en escena de Molly Bloom.

¿Qué planes de futuro tiene vuestra compañía, ToBeFree Producciones? 

La compañía se formó por Rubén y por mí en el año 2012 y ahora ha entrado al equipo Rubén Torrejón, que es nuestro técnico de sonido y de iluminación. Él ha sido director de Acacias 38, Bandolera, Servir y Proteger y también imparte clases de dirección.

Queremos seguir todo lo posible con Molly Bloom y además estamos preparando una obra llamada Pequeñas infidelidades del director y dramaturgo Mario Diament, él nos lo pidió. 

Nos encantaría llevar Molly Bloom a Barcelona pero no tenemos distribuidora allí y queremos encontrarla. Llevamos dos años siendo invitados al Festival de Miami pero por la pandemia se ha cancelado y no han llevado a compañías extranjeras. ¡Esperamos poder ir el próximo año! 

¿Es Molly el personaje con el que más has disfrutado hasta el momento? 

Es el personaje con el que más me divierto pero también con el que más sufro. Disfruto tanto con esta mujer tan viva, tan fogosa, tan vital, tan mujer, tan hembra, tan madre… Molly lo tiene todo, es una guerrera nata. Con ella vibro, lloro, río y te aseguro que no actúo: vivo y muero cada vez que salgo al escenario.

Este personaje lo engloba todo, es el personaje femenino más maravilloso y más completo que se ha escrito nunca, y lo ha escrito un hombre, que es lo más admirable. 

 

Andrea Garriga González / @andrea.garriga

Escrito por
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Graduada en Arte Dramático. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista de TeatroMadrid.

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