José Carlos Plaza: «Divinas Palabras es un gran charco de nuestro país en el que Valle-Inclán pone un microscopio»

José Antonio Alba

El Centro Dramático Nacional cierra el año con la llegada de Divinas Palabras en una nueva incursión dirigida por José Carlos Plaza sobre el texto de Valle-Inclán que además coincide con el centenario de su primera edición.

Ya son innumerables las veces que Plaza se ha embarcado en la misión de poner en escena este clásico que como dicen sus actores «se conoce al dedillo». Llevando las palabras de Valle-Inclán dentro y fuera de nuestras fronteras, e incluso llegando a dirigir una versión operística. De hecho, si se le pregunta, responderá defendiendo con entusiasmo «que se tiene que hacer todos los años» alegando que «Como pasa en Inglaterra con Shakespeare, en España se tiene que estar haciendo Valle constantemente».

Para Plaza Divinas Palabras es «Un gran charco de nuestro país en el que Valle-Inclán pone un microscopio» y nos explica el porqué de volver una vez tras otra sobre este clásico: «Es un pozo sin fondo. Cada vez que metemos un poquito el dedo salen nuevas cosas», nos dice señalando que la función corre en paralelo a los acontecimientos que actualmente vivimos en nuestro país. La crueldad, la falta de escrúpulos, la ignorancia, la manipulación del poder, ese gran ausente dentro de la función del que «solo se ven las consecuencias», aprovechándose de esos personajes que «Son seres animalizados por la falta de cultura. Que son manipulados y sacan lo peor de ellos».

La función cuenta en su reparto con once actores que juegan con la multiplicidad de personajes que propone esta versión de la que Plaza señala no haber tocado una coma, pero donde se ha tomado la licencia de dramatizar las acotaciones que el propio Valle incluyó en el libreto para ponerlas en boca de los intérpretes, entre los que encontramos a Consuelo Trujillo dando vida a Marica del Reino, en un personaje que define como «Destructivo y profundamente miserable» pero por el que confiesa sentir compasión «Es un ser humano víctima de unos poderes corruptos, de una sociedad injusta, de la ignorancia» Según Trujillo, Divinas Palabras, ahonda en «los pecados, la corrupción del alma humana, la podredumbre. En cómo la miseria nos lleva a esa animalidad irracional que destruye nuestro mundo». Como contrapunto a su personaje nos encontramos con la Mari Gaila de María Adánez «Esta mujer es puro instinto» nos dice la actriz «Hacer Divinas Palabras es conectar con eso primario, con esos instintos. Más sucio, más animal, que en los términos en los que nos movemos ahora. Ese es el reto». Un reto no solo actoral, también para el público que según Plaza, debe hacer «Un esfuerzo para descubrir la explosión de esta joya poética» tan profundamente oscura que habla, tal como señala el actor Carlos Martínez-Abarca «de la incapacidad social del sistema o del poder para ponerse a la altura de los ojos del pueblo y darles las armas para que salgan de esa miseria«.

La puesta en escena que José Carlos Plaza propone para este regreso del clásico de Valle-Inclán a los escenarios, tiene un punto extra de exigencia para sus intérpretes encargados de mover la escenografía «Hemos abierto el escenario y están las cuerdas antiguas de cuando se movían los telones y los propios actores, cuando salen de escena, con momentos dificilísimos de muerte y dolor, tienen que mover el escenario» nos cuenta «Es muy complicado para ellos porque las escenas son de un nivel muy fuerte, y en esos momentos están levantando una lona o cambiándose. Y todo eso se hace a vista del público».

Esta versión de Divinas Palabras podemos verla en el Teatro María Guerrero hasta el próximo 19 de enero del 2020.

José Antonio Alba / @joseaalba

Fotos marcosGpunto

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