José Navar: «Nos han educado en que solo somos en la medida en que somos útiles, y no es verdad»

Irene Herrero

El pasado viernes 22 se estrenó el musical The Full Monty en el Teatro Rialto de Madrid. La conmovedora y divertida historia de estos seis trabajadores del metal es una de las últimas en incorporarse a la larga lista de musicales que iluminan la ciudad en estos días.

Este musical nace a partir del éxito cinematográfico del mismo nombre que arrasó en taquilla allá por 1997. Pocos años después tomó los escenarios de Broadway con libreto de Terrence McNally y música de David Yazbek. Del norte de Inglaterra en los años 90, la peripecia de estos losers pasó a ubicarse en Búfalo al programarse en la Gran Manzana y, ahora, al aterrizar en Madrid, el director David Ottone (Yllana) se lleva la acción a una ciudad indeterminada del norte de España en plena crisis del 2008.

La adaptación del texto es de Zenón Recalde y la dirección musical de César Belda. El reparto está formado por grandes profesionales y en Teatro Madrid hemos podido hablar con José Navar, que da vida a Jorge y Silvia Villaú, que, además de ser coreógrafa y directora de actores, interpreta a Lucy.

Entrevista con José Navar y Silvia Villaú

¿Qué es The Full Monty?

Silvia Villaú. Bueno, para mi es el musical de la temporada pero 100% porque aparte de que es muy divertido, es una comedia, te saca un poquito de la rutina diaria, Creo que tiene todos los ingredientes necesarios para que el público lo disfrute, se emocione, se ría… Es un musical que lo tiene todo, la verdad. Además, nosotros nos divertimos muchísimo dentro y la gente no para de reír, es muy muy divertido.

¿Cómo se adapta una historia de finales de los años 90 para el público del 2021?

S.V. Pues la historia la hemos ubicado en el año 2000, más bien 2008, cuando fue la crisis económica para traerlo un poco más a España y adaptarlo a las historias que han pasado aquí, los gags. En una escena tenemos un gag con Pau Gasol, por ejemplo. Lo hemos acercado con personajes más nuestros. Se ha ido adaptando todo para que le gente pueda entender todo cuando escuche los gags. Es un musical de Broadway que evidentemente se ha tenido que adaptar, lo ha hecho Zenón Recalde, y yo creo que está muy conseguida. La verdad es que es muy divertida.

Hay buen rollo en el elenco, ¿no? Se nota que tenéis una relación bonita.

S.V. Yo siempre digo que el hecho de nosotros divertirnos dentro y estar bien, eso se transmite hacia el público, creo que es algo muy importante. Esa energía es recíproca. Si nosotros emanamos una energía bonita hacia fuera eso el público lo nota y lo devuelve y nosotros también recibimos su energía.

Esta obra habla, entre otras cosas, de la relación entre los hombres y las mujeres. Son hombres que están aprendiendo a expresarse, a desnudar un poco su alma. ¿Cómo era la masculinidad hoy y cómo es hoy?

S.V. Bueno, es un musical en el que claramente el peso más fuerte lo llevan los seis chicos que deciden hacer el striptease final y cada uno de ellos tiene su vida propia. Lo bueno es que son historias tan distintas, con las heridas de cada uno, que los hacen únicos y más humanos y el espectador puede sentirse identificado con cada uno.

José Navar. Sí, eso se nota, esa lectura que hay de los noventa se nota. Lo que hemos intentado, esperemos que surja efecto, es reírnos de ese discurso machista de «mi mujer es la que trabaja, yo por qué me tengo que quedar en casa limpiando, sería ella la que tendría que quedarse…» Quizá en los años noventa cuando esto se escribió tendría medio sentido, a mi parecer inaceptable de todos modos, pero ahora ya no cabe eso. Y aquí nos reímos de eso, en el sentido de que a la mujer la ponemos como a la mujer empoderada, la que lleva el dinero a casa y los hombres, los que somos pareja, por ejemplo, salimos adelante de igual modo, pero la balanza no tiene que estar desequilibrada. Intentamos reírnos de todo ese discurso machista de los 90 que ya no tiene cabida.

¿Crees que a los hombres del público les puede conectar con sus propia limitaciones emocionales?

J.N. Esperemos que sí porque de eso habla esta función. Te puedes quedar en la comedia, en el punto frívolo de seis tipos que se desnudan y montan un striptease, pero hay mensaje, si rascas un poco, y no mucho. Esta obra habla de la solidaridad, de emprender, de ayudarse, de sinceridad, de honestidad, de confianza, de honradez. Es que lanza muchos mensajes morales.

La película tiene un toque un poco amargo, dentro de que es una comedia, es un drama con crítica social, eso en el musical, que es un género un poco más ligero ¿cómo queda?

S.V. Las historias de los personajes son las mismas. Lo que se cuenta, muchas cosas, al ser musical se cuenta cantando, pero prácticamente está casi todo. Yo creo que en el musical sí desarrollamos quizá un poco más la relación personal de cada personaje, por así decirlo, para entender un poquito más la postura de cada la mujer por ejemplo, que en la película pasa un poco más rápido. Hay un poquito de todo. Pese a que están pasando muchas cosas y tiene sus momentos emotivos, el humor que luego conseguimos para no caer con todo el peso de la obra yo creo que está muy bien compensado, para que la obra siga tirando para arriba y que no caigamos en la depresión. Está, pero es sutil, suficiente, para que le llegue al público, pero tiramos para el humor.

J.N. Eso también está porque la historia de ellos no es amable. Seis señores, por la crisis del 2008 se quedan en paro, sus mujeres los mantienen y así van saliendo adelante, cada uno con su perfil. Hablamos de las relaciones entre las parejas, cómo se dan, qué contamos de nosotros mismos a nuestras parejas, a nuestras mujeres, ese falso papel social que como individuos tenemos y que se ve completamente roto, resquebrajado porque gran parte de nuestro sostén emocional es el trabajo. Nos han educado en que solo somos en la medida en que somos útiles y no es verdad. No es verdad porque yo creo, además, que es uno de los mensajes más bonitos de esta función. Después de este par de años extraños que hemos vivido, yo creo que si de algo nos ha servido es para aprender que hay una serie de cosas que son importantes, pero no son vitales y hay otras que sí son vitales: la salud, la compañía, el amor de los tuyos… ¿Tengo más o menos dinero? ¿Tengo más o menos trabajo? ¿Viajo más o menos? ¿Salgo más o menos? Eso no, es importante, pero en la lista están muy atrás. Obras como esta nos ponen el reflejo de gente que viene de un desierto absoluto de sus vidas y se reinventa echando mano de lo que puede.

Entonces, podríamos decir que lleva en un muy buen momento, ¿no?

J.N. Para mi sí, llega en un momento perfecto, somos los últimos en llegar al cole, los últimos de la clase en incorporarnos, pero estamos muy contentos, porque ya por fin llegamos a Madrid, estaremos hasta el 9 de enero y luego tenemos ya firmada una gira hasta la primavera del 2023. Esto es una barbaridad. No teníamos la obra montada cuando ya los ayuntamientos y las ciudades nos cerraban la gira. Yo creo que esto es por el ansia que tiene el público de volver al teatro, de ver comedia, ganas de alegría, de reírse, de estar dos horas y pasárselo bien.

Silvia, tú has sido también coreógrafa, actriz, directora de actores ¿cómo se vive este proceso desde tantos ángulos?

S.V. Pues todavía no he visto la obra completa como espectadora ¿te lo puedes crees? Ahora mismo la he visto desde dentro. Alterno el personaje con una compañera. Estoy deseando que llegue el 28 o el 29 para sentarme a disfrutar. La verdad es que esta obra tiene un elenco maravilloso y disfruto muchísimo trabajando con los chicos.

José, ¿cómo es Jorge, el personaje que interpretas?

J.N. Es el ex jefe que ellos tenían en la fábrica antes de que los despidieran. En esa captación de gente para montar ese show de striptease acaban dando conmigo, con mi personaje, para que sea yo el que les enseñe a bailar porque voy a bailes de salón. A raíz de ese encuentro es cuando descubrimos también la realidad del personaje de Jorge, que, como la de cada uno de ellos, tiene tanto sombras como luces, que es lo bonito de esta función.

¿Qué tiene este personaje en común contigo

J.N. Nada, no tenemos nada en común. Curiosamente es la pregunta que hacéis los periodistas y también la pregunta que nos hacemos los actores. En externo no tengo nada en común. Las cosas que hacemos, cómo nos comportamos, su vida no tiene nada que ver conmigo. Pero para mí. como actor, el encontrarme con un personaje que es tan distinto a mi era el reto y es lo bonito. Es lo que me atraía porque me parece maravilloso. Me parece maravillosa la energía que tiene. El viaje que hace en la función, que era lo que a mí me gustó en el primer instante y lo que dije, venga, vamos a ayudarnos mutuamente, como un diálogo que tiene uno con su personaje. Yo te voy a dar mi corazón, tu dime cómo piensas y ahí nos vamos a encontrar, pero José Navar, no tiene nada que ver con Jorge.

Dices que es un reto dar vida a un personaje tan distinto, pero, desde fuera, el verdadero reto, parece que tiene que ver con el «momento striptease» ¿Cómo se vive esta escena como directora y como actor?

SV. Claro, uno de los retos más difíciles es cuando se quitan todo, ¡pobrecitos míos! Se quedan en tanga y después se quedan sin tanga (se ríe). No se ve nada porque la cegadora esa te da un flashazo, pero está muy bien. Ellos al principio, no se habían puesto nunca un tanga y se equivocaban, se les metía por… tu sabes… por ahi. Era un show. Luego se equivocaban, en lugar de taparse con el gorro se equivocaban de mano y había que decirles «¡Chiquillo que se te ve todo!». Cosas de esas que pasan en los ensayos que te partes de la risa y dices, que esto no pase en función nunca. Ahora ya lo tienen muy cogido, pero el proceso de ensayos fue muy divertido.

J.N. Bueno (se ríe), ese es un momento… Yo tengo amigos que me preguntan y les digo: «Vamos a ver, esto se llama «Full Monty», es lo que hay». Antes de haber firmado el contrato, ya lo sabíamos… Todos habíamos visto la película. Yo creo que, además, el otro día lo hablaba con mis compañeros. Hay una metáfora, un paralelismo, sobre lo que supone para una compañía de teatro, por muy profesional y muchos años que llevemos en esto, sacar adelante una función con todo lo que cuesta, y más en estos tiempos. Hay como una metáfora con lo que les pasa a ellos: gente completamente dispar, que se junta y que tiene que sacar adelante un proyecto, con todos los problemas que tienen de dinero, de caracteres, de movidas personales. Es decir, es como le pasa a una compañía de teatro. Intentan sacar algo adelante y el producto final, sucede como en la obra, ellos hacen su stiptease, ellos hacen su obra, lo consiguen y nosotros, al final, el espectáculo se hace, se encienden las luces, viene la gente y dices, hostia, lo hemos hecho. Siempre hay un proceso íntimo que es el mismo. Siempre es duro y maravilloso. Es a los que nos dedicamos y lo que nos gusta hacer en este mundo. Creo que no hay mejor cosa que este oficio porque hacer reflexionar a alguien contándole una vida ajena en la que se ve identificado y que le haga pensar, reconfortarse, reírse… y le haga salir como esperamos que salga la gente de este teatro flotando un palmo por encima del suelo… creo que no hay mejor oficio que este.

José, ¿cómo has afrontado que Jorge, tu personaje, no sabe bailar muy bien? ¿cómo interpreta esto alguien como tú con tanta experiencia en el baile?

J.N. Yo es verdad que yo tengo una ventaja porque yo vengo del baile y bailo. En mis inicios jóvenes yo era bailarín. Pero bueno, aquí como soy el que les intenta enseñar a bailar a ellos, estoy más cubierto. Es una detalle muy bonito ver cómo cuatro tipos que no saben bailar aprenden lo que pueden. Uno no ve que de repente los que no sabían se conviertan en bailarines increíbles. Aquí ves a seis actores, uno baila más, otro baila menos, pero no son bailarines, son señores que se mueven, se saben mover, con cierto estilo, cierta gracia, unos más que otros, pero es lo que ves. Muy estudiado todo, todos a la vez porque lo requiere la disciplina, el musical.

Parece que, en general, a los actores se os exige estar en muy buen forma física. En el teatro y los musicales no sé si por un tema de belleza normativa o solamente por aguantar la exigencia física. En este musical vemos un muestrario de cuerpos de formas y edades diversas. ¿Cómo lo vives tú?

J.N. Eso es lo fantástico, son la peripecias de seis tipos completamente normales. Se ven seis cuerpos completamente normales. A mí si a mi edad me dijeran, te tienes que hacer aquí un full monty yo diría: «madre mía, a mi edad». Es verdad que la gente que nos dedicamos al teatro llevamos una disciplina muy férrea de gimnasio y de mantenernos en forma, pero básicamente porque si no es imposible mantener una función de dos tres horas. Esto es fórmula uno, primera división, con lo cual la responsabilidad personal de mantenerte en forma está implícita.

Para preparar los personajes, ¿habéis vuelto a ver la película o habéis preferidos distanciaros?

J.N. Todos la habíamos visto ya, claro, pero no hemos hecho una relectura. Yo porque no. No por un especial interés en separarme. Algunos compañeros sí dijeron que no querían ver la película para no sentirse influidos, yo porque me suelo centrar en los textos. Creo que si los textos están bien escritos, ya tienes suficiente información como para sacar adelante lo que tengas que hacer con eso y tu imaginación.

¿Qué le dirías a los espectadores que todavía no tienen su entrada?

J.N. Que vengan, van a pasar dos horas muy divertidas, muy entrañables, y sobre todo se van a ir con una ligereza de alma tremenda, Reirse libera el alma y cuando el teatro te hace reír, pensar y reflexionar desde la ligereza y la liviandad de la comedia, eso es maravilloso. Se crea una liturgia, que es lo que tienen los teatros, como las salas de cine, a veces, que uno entra y durante dos horas se libera, deja su cotidiano, sus problemas en la puerta, y te cargas de otra energía, tu cabeza se libera un poco del peso del cotidiano. Como decía Picasso: «El arte nos libera del polvo del cotidiano de nuestras vidas». Quedémonos con eso.

Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi

Escrito por

Soy periodista, aunque me dedico también al marketing y la comunicación cultural. En los últimos me he atrevido a dar el paso hacia la dramaturgia y la dirección escénica y creo que ha sido amor a primera vista.

Creo en el poder transformador de las historias y nunca salgo de casa sin mi cuaderno.

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