La distancia entre tus ojos y la pantalla. Entre tu cuerpo y el mío. La distancia emocional que te separa de tu vecino del quinto y la espacial que te unía a ese extraño de al lado en el último concierto. Imagina que todas las personas que llevan tu nombre ahora se aglutinaran en esa habitación desde donde estás leyendo estas palabras. Y ahora todos los individuos que han nacido el mismo día a la misma hora que tú, independientemente de la zona que habitas. Mira para atrás, comienza a visualizar ese árbol genealógico e intenta desgranar hasta ese pariente neandertal que seguramente vagaba por un valle a millas de aquí hace más de 40.000 años. Hay algo que te une con todos esos desconocidos, hay algo que te une con Ahmed Younoussi. Juan Diego Botto lo sabe y por eso ha puesto en escena su historia, 14.4, con la dirección de Peris-Mencheta, que estará hasta el 28 de julio en las Naves del Español. Hablamos con Botto de algunos temas que nos unen y nos separan.
14 kilómetros es la distancia que separa África de Europa, ¿qué te inspiró a poner el foco ahí?
Es un proyecto que nace y parte de Sergio Peris-Mencheta. Él conoció a Ahmed haciendo un cortometraje, en su momento le dijo: «algún día contaremos tu historia», han pasado muchos años y aquí estamos. Cuando me senté a escribir su historia, lo primero que me dijo es: «yo por encima de todo no quiero dar pena, o sea, no quiero que mi vida de pena». Y eso para mí fue la guía con la que me senté a escribir todo el rato, inspirado en no tener una mirada condescendiente, ni paternalista, ni occidentalista con Ahmed y con el fenómeno migratorio.
Tú fuiste un exiliado durante la infancia porque tu padre fue un desaparecido de la dictadura argentina. Estos dos conceptos exilio e inmigración, que ya uniste en la obra Un trozo invisible de este mundo también con Peris-Mencheta, tienen muchos puntos en común pero me gustaría resaltar uno muy importante: nadie abandona su hogar por gusto (ocurre así desde el inicio de la humanidad), ¿por qué crees que hay tanta controversia ahora con este tema?
Bueno, lo que hay es mucho odio. Creo que hemos dejado que la derecha y la extrema derecha impongan su discurso sobre el fenómeno migratorio haciéndolo responsable de todos los males. A ellos les sirve de caballo de batalla, su seña identitaria y siempre la necesidad de la derecha y la extrema derecha es generar un nosotros frente a un ellos. Un ellos distinto, de afuera, peligroso, amenazante y dentro de todo ese fenómeno, del generar un orgullo de pertenencia frente a un otro amenazante. Podemos buscar miles de casos, claramente en la Alemania nazi fueron los judíos, ahora son los migrantes. pero dentro de todo eso lo que más me llama la atención, es que se usara a los niños como como principal amenaza, a niños que han venido sin sus padres. A menores no acompañados, MENAs, como el gran monstruo. Y aquí tenemos la historia de uno de ellos, Ahmed, no deja de ser un niño que vino solo sin sus padres buscando la posibilidad de una vida digna. Un niño que había decidido vivir en la calle porque la vida en la casa de sus padres y las palizas de sus padres eran insoportables.
Evidentemente no era más que un niño tratando de buscar un futuro digno, una esperanza de vida, una vida que mereciera la pena vivir. Pero creo que la controversia como dices o el odio tiene que ver con que se usa para ganar adeptos a la causa de la extrema derecha, que luego les sirve para bajar impuestos a los ricos y enriquecerse, pero no es más que una excusa para generar una sensación de que hay un nosotros frente a un ente que viene a arrebatarnos lo nuestro. La migración ha existido desde el principio de los tiempos y va a seguir existiendo. Como muy bien decías tú, nadie abandona por gusto su casa, sus raíces, su entorno, sus padres, sus afectos. Nadie abandona eso por placer.
«Cualquiera que se precie ahora mismo en toda Europa se muestra duro con la migración para no disgustar al electorado y eso es el principio del fin»
Hablas del auge de la extrema derecha: tenemos a Trump, Meloni, Le Pen, Milei que ha sido condecorado por Ayuso recientemente, Abascal y Luis Pérez con su partido “Se acabó la fiesta” que ha ganado protagonismo en las elecciones europeas y un suma y sigue. ¿A qué crees que se debe este auge?
No lo sé, si supiera definirlo con pocas palabras tendría ahora una llave electoral importante pero no la tengo. Creo que haber ido aceptando marcos que son propios de la extrema derecha ha impedido que sean reconocibles las señas de identidad de la propia izquierda. Creo que hay temor a hacer políticas que sean más más valientes en ciertos temas y estoy pensando en dos muy específicos: uno evidentemente es migración donde toda Europa ha asumido ese discurso y cualquiera que se precie ahora mismo en toda Europa se muestra duro con la migración para no disgustar al electorado y eso es el principio del fin.
Otro puede ser el tema de la vivienda, yo viví de forma muy esperanzada una ley que salió adelante el año pasado, la Ley de Vivienda, y es enormemente mediocre, limitada y casi ninguna comunidad autónoma al final la aplicó. Creo que hay que ir a la raíz de los problemas de la gente porque si vas a la raíz te das cuenta de que un problema principal es el alquiler. La gente no puede pagar los alquileres o dedicar del 60 al 70% de su sueldo o el 80% del sueldo a pagar un alquiler, a pagar una hipoteca.
Hablas de Europa y la patria es un concepto fijo o flexible según se mire. En la película Historias del Kronen en la que participaste se define como tu grupo de amigos, el barrio donde habitas… Sabina lo describe a través de las partes del cuerpo humano. Es un concepto que según se use puede unir o separar. ¿Qué es para ti la patria?
La patria para mí lejos de ser el continente es el contenido. Tiene que ver con los seres humanos que habitan un espacio y la finalidad de todas las políticas debería ser tratar de hacer la vida de esos seres humanos que habitan en un espacio lo mejor posible. Y entendida así, tiene poco que ver con símbolos de pertenencia, aunque realmente cuando se usa el término patria, casi siempre está vinculado no a hechos concretos, no a seres humanos específicos sino a símbolos de pertenencia. Cuando se habla de patria normalmente se habla de determinados símbolos de pertenencia: los toros, la bandera, las Fuerzas Armadas pueden ser unos símbolos de patria. Para otros el 14 de abril, la bandera republicana o La Nueve liberando París son símbolos de patria. Creo que el conjunto de seres humanos que habitan en un espacio para mí eso puede ser la patria. De forma más concreta y personal, pues estoy un poco con lo mismo, la patria son los amigos, tu grupo cercano, la gente a la que quieres, tu hija, tu compañera, tus hermanas, tu madre. Cuando piensas en la patria en concreto y no en abstracto para mí, al final es eso.
Hay personas que son un poco reticentes a ver dramas en general, en el cine, en la televisión, en el teatro y eso también nos ha llevado a una proliferación de comedias o espectáculos más ligeros. ¿Qué le dirías a alguien para animarle a venir a ver esta obra?
Lo primero que le diría es que se va a reír mucho. Intento siempre con el teatro que escribo que tenga mucho sentido del humor, que tenga mucha ironía. Y creo que este espectáculo lo tiene y, a pesar de que hablamos de cosas que, evidentemente según vas entrando en materia hay momentos duros, hay momentos emotivos pero también hay momentos donde yo creo que el espectador se va a reír y en general se lo va a pasar bien.
Pero por encima de todo creo que lo bonito del teatro es vivir una experiencia, un fenómeno único que está ocurriendo en ese momento que es irrepetible y que te va a dejar algo. Aunque sea ligeramente, te va a transformar. Confío en que, si las cosas salen medianamente bien, te va a dejar algo que te va a hacer pensar o hacerte alguna pregunta o dejarte una sensación que diga: bueno, no he salido igual que como he entrado. Y eso es, creo, lo mejor y lo más importante que se le puede pedir a un espectáculo.
Compra ya tus entradas: