El escritor gaditano Juan García Larrondo cuenta con una extensa trayectoria artística, avalada por importantes reconocimientos dentro y fuera de España. Hace justo ahora dos años, pudimos ver en Teatros Luchana su obra Mariquita aparece ahogada en una cesta, con María Isabel Díaz y Jorge Lucas como protagonistas. Ahora vuelve al mismo escenario con Bendita Gloria, una obra dirigida por Pepe Bablé e interpretada por la compañía Albanta.
Nominada a los Premios Lorca, Bendita Gloria representará a España en el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami. Pero antes, el 13 y 14 de julio, la podremos ver en el II Certamen Nacional de Artes Escénicas organizado por Teatros Luchana.
Teatro Madrid.- En 2017 se cumplieron treinta años de la aparición de tu primera obra, El Último Dios, Premio Internacional de Teatro Romano de Mérida. ¿Qué balance haces de estos años?
Juan García Larrondo.- En treinta años da tiempo de mucho o de apenas nada, depende del lado del reloj del que lo mires. A veces, tengo la sensación de no haber escrito cuanto debería o de no saber a dónde habría llegado si hubiese sido valiente y hubiese dado, como otros, el salto a Madrid. En otras ocasiones, me arrepiento de casi todo lo que he escrito, pero, como dije en una ocasión, los aires del mar me han sido con frecuencia más propicios de lo que esperaba y, con mayor o menor fortuna, he rozado altezas y latitudes que no han estado nada mal para un escritor afincado en las provincias.
T.M.- ¿Cuál ha sido tu mayor alegría?
J.G.L- Han sido muchas, por fortuna: Recibir algún premio, los aplausos del público, ver tu obra reconocida, editada o defendida por actores y directores maravillosos. Todo eso es importantísimo, claro. Pero, si te digo la verdad, el mayor de los premios es poder llegar al corazón de los demás y que algo del tuyo se quede para siempre a vivir en el de ellos.
T.M.- ¿Escritor, poeta, guionista, dramaturgo o fotógrafo?
J.G.L- Aprendiz de todo y maestro de nada, como suele decirse. Son herramientas, lenguajes o maneras diferentes de decir más o menos lo mismo o de estar en continua conversación con el mundo. En realidad, me habría encantado ser pintor o, incluso, músico. No sabes lo bien que solía yo silbar «La Flauta Mágica» cuando estaba mejor de los pulmones…
T.M.- Y ahora vuelves a Teatros Luchana.
J.G.L.- Sí, justo dos años después de que estuviéramos allí con Mariquita aparece ahogada en una cesta. Volvemos a los mismos escenarios este fin de semana, 13 y 14 de julio, con Bendita Gloria, dentro del II Certamen Nacional de Artes Escénicas organizado por Teatros Luchana. Y otra vez nos traemos los mares de Cádiz hasta las orillas de Madrid.
T.M.- ¿De qué habla Bendita Gloria?
J.G.L.- Nos habla de espejismos, de apariencias, de querer ser lo que no se es y de acabar siendo justo lo que nos espanta. Es una encrucijada de caminos, un encuentro entre mentiras y verdades en el que, quien anda más perdido, acaba arrastrando a los demás hacia el abismo. Más que del amor, es una apología del egoísmo. Es un naufragio, un «sálvese quién pueda» en el que, para lograr sobrevivir, los personajes se usan los unos a los otros como salvavidas. El argumento nace de esa idea primordial. De la imagen de un clavo ardiendo al que, en un momento duro de la vida, todos nos acabaríamos aferrando de una manera desesperada.
T.M.- Esta vez vienes con la compañía Albanta, con quienes ya has colaborado en otras ocasiones.
J.G.L.- Así es, hace ya más de veinte años que nos conocemos. La verdad es que tanto el director, Pepe Bablé, como los actores –Jay García, Carmen Reiné, Susana Rosado y Charo Sabio- hacen un trabajo extraordinario. Espero que al público de Madrid le guste.
T.M.- La obra se ha estrenado en España y América, ¿sigue la estela de Celeste Flora, tu obra más representada?
J.G.L.- Eso espero. Precisamente la semana que viene, Albanta estará representando a España con Bendita Gloria, junto a La Zaranda, en el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami. La verdad es que la compañía y, especialmente, su director, Pepe Bablé, tienen una relación muy fraternal con Iberoamérica, son muy queridos allí.
T.M.- ¿Es más difícil publicar o estrenar?
J.G.L.- Estrenar, sin duda. Y, especialmente, hacerlo en buenas condiciones y con la mayor repercusión mediática posible. El éxito no depende solo de la calidad del espectáculo. ¿Quién se entera en Madrid de lo que se hace en otros lugares, aunque sean espectáculos muy buenos? Apenas nadie. Como autor, mi principal misión es dejar el texto editado para que pueda ser leído y representado. Una vez expuesto a la intemperie, el texto teatral debe volar solo y multiplicarse por esporas en el imaginario de los otros.
T.M.- ¿Alguna obra que no hayas estrenado aún?
J.G.L.- Claro. Alguna hay que sigue durmiendo el sueño de los justos. Todos los autores tenemos repertorios ocultos, perdidos u olvidados. Naturalmente, me encantaría poder verlos algún día sobre el escenario, o en el cine, o en dibujos animados y, si pudiera, yo mismo los produciría en plan Juan Palomo. Pero también es bueno que el Teatro quede entre los libros. Siempre habrá alguien que lo resucite, leyéndolo o llevándolo a escena el día de mañana.
T.M.- ¿Se puede ser políticamente incorrecto en los tiempos que corren?
J.G.L.- Deberíamos. Vivimos días en que la libertad de expresión está, si cabe, más amordazada que en épocas abiertamente fascistas o totalitarias. Nos creemos libres, pero todo a nuestro alrededor está manipulado, guionizado, edulcorado y diseñado para mantenernos distraídos, idiotizados, en un mundo tan falsamente feliz y controlado como el que Huxley y Orwell nos vaticinaron. Basta ver un telediario para darse cuenta de que somos una especie ignorante, tóxica y autodestructiva. Pero, hemos llegado a un punto tal de decadencia intelectual, que la censura brota voluntariamente de nosotros mismos y a veces hay que morderse la lengua para evitar que nos encasillen o nos condenen al ostracismo.
T.M.- Si fueras Ministro de Cultura…
J.G.L.- Dimitiría al instante. Soy de ambiciones mucho más humildes y tengo el colon irascible. Aunque, ahora que lo dices… ¿Se puede ser ministro y seguir viviendo en Cádiz?
T.M.- Pues…
J.G.L.- Mejor, no me tientes.
T.M.- Y ahora estás escribiendo…
J.G.L.- Acabo de terminar de revisar un antiguo texto, Noche de San Juan, que se editó hace años, pero se acabó perdiendo por cierre de la editorial. Necesitaba hacer justicia poética, editarlo de nuevo y darle una segunda oportunidad. Si se va la luz algún día, perderemos mucho de nuestro acervo cultural, pero siempre podremos hacer fuego con los libros, proyectar sombras sobre la caverna, empezar de nuevo…
T.M.- ¿El Teatro puede salvar a los vivos?
J.G.L.- La protagonista de Bendita Gloria dice que «el amor no salva a los muertos, pero a veces puede salvar a los vivos». El teatro también puede hacerlo. Por fortuna, aún tenemos teatro y amor de sobra para intentar salvarnos los unos a los otros. Os invito a venir este fin de semana a los Luchana a ver la obra y comprobar si merece o no merece la pena, al menos, intentarlo hasta el último momento.
Telón lento… y final.
Juan Mairena / @Mairena_Juan