Hace cinco años, Juama Pina revolucionó el Off madrileño con Lavar, marcar y enterrar (LME), una obra que se estrenaba en su escenario natural: la peluquería. Tal fue el éxito de esta pieza que, en solo dos meses pasó al Teatro Príncipe Gran Vía y, más tarde, al Teatro Lara, donde se ha mantenido junto a su secuela, No hay mejor defensa que un buen tinte, y su precuela, Rulos, el origen. LME sigue ahora en el Lara, junto a la última creación del dramaturgo asturiano, Sidra en vena, una nueva saga familiar que tal vez podamos ver, además, en televisión.
Teatro Madrid.- Háblanos de Juanma Pina, el origen.
Juanma Pina.- Pues, nací en Gijón, estudié filología inglesa en Oviedo, aunque el último año lo hice en Londres, y mi relación con el teatro empezó en el instituto, siguió en la Universidad y continuó en Londres. Pero este primer acercamiento no fue como dramaturgo, sino como actor. A Londres iba todos los veranos, pero el año del Erasmus hice un curso que se llamaba Shakespeare on the stage, que consistía en aprender Shakespeare, junto al profesor, encima del escenario. Todo eso me encantaba, me hacía más gracia interpretar que escribir.
T.M.- ¿Volverías a actuar?
J.P.- Actuar me gustaba porque, en aquella época, para mí era un juego. Pero ahora, con el respeto que le tengo a la interpretación, no sé si sería capaz. Yo creo que no, aunque alguna vez lo he pensado.
T.M.- Pero la escritura siempre estuvo ahí.
J.P.- Sí, escribir he escrito siempre. Siempre ha sido mi forma de expresarme, de luchar contra los fantasmas. Desde adolescente, y luego como adulto, escribía artículos, cuentos, novelas, y todo eso antes de pasar a la escritura dramática, a la que tardé en llegar.
T.M.- ¿Qué fue lo que te motivó a hacerlo?
J.P.- Pues, hace quince años me propuse tomarme en serio esto de escribir, dar un paso más e intentar publicar. Pero decían que mis novelas eran muy teatrales, que había mucho diálogo y poca narración. Así que, unos años después, empecé a hacer el doctorado sobre Historia y teoría del teatro, organizado por la Complutense y la Resad, y al mismo tiempo, empecé a escribir teatro. Y cuando tienes la suerte de contar con la aceptación y el apoyo de los demás, lo que haces es tirar por ese camino. Si no hubiera sido así, si hubiera tenido ninguna aceptación, tal vez habría vuelto a la novela o me habría pasado a la poesía. Pero, hace siete años, sucedió algo que me hizo seguir por ahí.
T.M.- ¿Y en algún momento pasó por tu cabeza dirigir teatro?
J.P.- Bueno, hace diez años dirigí un par de cortos que había escrito y me encantó la experiencia, aunque nunca me pasó por la cabeza como profesión. Pero aquello fue lo que me llevó a dirigir teatro, y la verdad es que ahora me lo paso muy bien haciéndolo. Aunque yo me considero más dramaturgo, escritor. A mí lo que me gusta es crear mundos frente a la pantalla del ordenador, que es como más disfruto.
T.M.- ¿Cuál fue tu primera experiencia en teatro?
J.P.- En realidad, mi primera experiencia fue en Microteatro, con la obra 80 metros cúbicos, con Mónica Cervera, Violeta Orgaz y José Serrano como protagonistas. Después, hicimos Lavar, marcar y enterrar.
T.M.- ¿Es complicado contactar con actores para una primera obra?
J.P.- Pues, en el caso de Lavar, marcar y enterrar, creíamos tanto en el proyecto, estábamos tan apasionados, que supimos transmitir esa pasión y contagiarla a los actores para que se implicaran enseguida en el proyecto.
T.M.- ¿En LME, primero fue la historia o la escenografía?
J.P.- Primero fue la escenografía, porque el lugar escogió la historia y porque, como sabes, la peluquería es un personaje más dentro de la historia. En 2013 había hecho microteatro, había ganado el Premio Price y tenía muchas ganas de hacer una obra larga. Y fue entrar allí unas navidades y tener una revelación. De repente me dije “aquí hay una obra”. Le pregunté al dueño si podía estrenar allí mismo una obra inspirada en su peluquería y me dijo que sí. Así que me puse con ello, la escribí en esas navidades, empezamos a ensayar en abril y la estrenamos el 1 de mayo de 2014.
T.M.- En el momento de creación de los personajes, ¿piensas en los actores que los pueden interpretar?
J.P.- En principio, no. Aunque en LME sí tenía en mente a Mario Alberto Díez, porque ya había contactado con él para otra obra, Los 100 hijos del Presidente, aunque ésta se estrenaba siete u ocho meses después. Y es verdad que luego he pensado en él a la hora de escribir algún personaje, aunque no me ha pasado en todas las obras.
T.M.- ¿En algún momento pensaste que podría ser un éxito?
J.P.- Pues la verdad es que, en una peluquería, nadie pensaba que podíamos estar seis años. Nosotros pensábamos estar solo en mayo, pero cuando a mitad de mes vimos que llenábamos, incluso haciendo dobletes, preguntamos a la peluquería si podíamos estar también en junio, porque para ellos era un rollo, tenían que cerrar corriendo y no podían quedarse a hacer nada. Al final, nos dejaron un mes más. Pero antes de acabar allí, nos llamaron del Teatro Príncipe Gran Vía para que hiciéramos la obra en julio y agosto. Y fue en ese momento cuando ya nos lo creímos, porque salir de una peluquería para ir a un teatro de seiscientas butacas es para decir, vale, lo que tenemos entre manos merece la pena.
T.M.- A partir de ahí, te especializas en el género de Comedia de balas, calaveras y pelucas.
J.P.- Sí, bueno, sin querer me he especializado al hacer una trilogía capilar. Nunca pensé que iba a escribir tres obras que sucederían en una peluquería. Pero, lo que ocurre es que los personajes crecen, como Fer o Gaby, y te apetece seguir escribiendo sobre ellos.
T.M.- Y después pasas a la Comedia Astur-pop, de Malasaña a Asturias.
J.P.- La verdad es que siempre quise escribir algo relacionado con la familia, ya que está formada por personas que no se respetan nada y eso para la comedia es buenísimo porque son capaces de decirse cualquier cosa. Rápidamente relacioné familia y Asturias, familia y líquidos, Asturias y sidra, familia y Falcon Crest, Y enseguida pensé en una familia que luchara a muerte por una herencia.
T.M.- ¿Habéis pensado llevar Sidra en vena a su escenario natural?
J.P.- ¿A un llagar? Me encantaría. Pero sí nos habíamos planteado llevarla a Asturias. La directora del Teatro Jovellanos, Teresa Sánchez, está muy interesada por esta obra desde el principio, entre otras cosas porque no hay tanto folclore astur visto con distancia y con humor, algo que sí ocurre en otras regiones como Andalucía o Levante. Le pareció una buena idea y quería, ya el año pasado, que la familia Pomarada visitara Asturias y diera una rueda de prensa en un llagar de la comarca sidrera asturiana. En cualquier caso, estaremos en el Teatro Jovellanos el 12 de julio.
T.M.- Y, por último, háblanos de Juanma Pina, el futuro.
J.P.- Pues, a nivel teatral, quiero seguir cuidando a Lavar, marcar y enterrar y a Sidra en Vena, que van a estar todo el año en el Teatro Lara. Pero, para el futuro inmediato, tengo muchas ganas de empezar a trabajar en la versión de Sidra en vena para serie de televisión.
Telón lento… y final.
Juan Mairena / @Mairena_Juan
Fotos Montgomery Entertainment