Después del éxito cosechado en los escenarios catalanes, Las mujeres sabias llegan a Madrid, concretamente a la Fiesta Corral Cervantes y lo hacen acompañadas del Señor Conejo, el gurú de los tertulianos que las acompaña en este viaje desde el 1672 a la actualidad.
Molière ponía el foco, con Las mujeres sabias, en los que consideraba falsos intelectuales, unos personajes pretenciosos que se aprovechaban de la vanidad de las mujeres que pretendían convertirse en sabias. En una frenética hora de espectáculo llena de cambios, y sin salir de escena, Enric Cambray y Ricard Farré dan vida a ocho de los personajes de la obra original rompiendo todas las convenciones del juego teatral para llevar a escena esta alocada comedia. Para ello, Ricard Farré y Lluís Hansen pasaron meses trabajando en la dramaturgia; querían adaptar la obra de Molière y llevarla a la actualidad, pero respetando al máximo el texto y el lenguaje original. Esto les ha llevado a cuestionarse muchas cosas «Molière criticaba los pedantes de la época a través de los intelectuales y filósofos, pero hoy en día no tenemos grandes referentes» explican «Así que preguntamos quiénes serían, hoy en día, estos pedantes?» Y sentencian: «Los tertulianos, los que se permiten opinar desde un incendio a la extinción de las ballenas». Representados por el Señor Conejo, el gurú de los tertulianos, el público aprenderá mil maneras de opinar sin decir nada.
Pero Molière se metía también de las mujeres «que querían saber demasiado». «Las mujeres sabias tiene un punto machista y nosotros la hemos acentuado por ridiculizarlo. Pensamos que es mejor que quererlo esconder», defiende Hansen. Aunque no hayan mantenido el verso, tampoco han renunciado al lenguaje de la época «La comedia nos permite utilizar este lenguaje arcaico y exagerarlo sin que desentone». La trama principal de la obra se mantiene en la época original, el siglo XVII. «Creemos que es necesario mantener la trama familiar en aquella época, cuando era el padre quien decidía con quién se debía casar la hija. Sino perdía todo el sentido». La obra de Molière no deja de ser una de sus comedias de enredo con enamoradas, amantes y criados.
UN EJERCICIO DE FREGOLISMO
De los 13 personajes originales, han dejado ocho. Enric Cambray es Enriqueta, «la oveja negra de la familia, la única que no quiere ser una erudita y sólo piensa en casarse con su enamorado», Belisa, la tía, Crisal, el padre, y el Sr. Cunill; Ricard Farré interpreta los papeles de la hija mayor, Amanda, el enamorado, Clitandre, la criada, Martina y la madre, Filaminta. Unos personajes que interactúan constantemente e incluso, en la escena final, aparecen todos en escena. «En algunas escenas hay réplicas de personajes interpretados por el mismo actor. Hemos jugado con formas diferentes de cambiar de personaje. El juego escénico aquí es tan importante como la trama y la crítica «, explica Hansen.
Las actrices Clara Segura y Julia Barceló ayudaron a los actores a crear estos códigos y jugar con lo que es un auténtico ejercicio de fragolismo que sólo va acompañado de un biombo y que puede interpretarse a casi en cualquier espacio.
Noticia original extraída de Teatre Barcelona.