La directora y dramaturga Lucia Miranda presenta La chica que soñaba, un proyecto de teatro foro donde se cuestionan las carreras y profesiones que parecen pertenecer a un solo género.
De pequeña yo soñaba con ser bailarina de Xuxa, Lucía Miranda quería ser corresponsal de guerra o diplomática, dos profesiones que hasta hace pocos años solo recogían nombres masculinos. La vida me hizo escritora, a ella, directora de teatro. ¿Cómo tratan estas carreras a nuestro género? ¿Cómo se vive la maternidad en cada una de ellas? ¿Alguien nos ha obligado a elegir estos caminos?
Este trabajo producido por Cross Border Project intenta responder a nuestras dudas, plantear algunas nuevas y sacudir el polvo a la realidad apoyándose en el debate y la participación.
La chica que soñaba no tiene un nombre, tiene muchos. Lucia Miranda aceptó el encargo de la universidad Carlos III de investigar por qué había descendido el número de mujeres inscritas en carreras técnicas de un 20% a un 10%. Y la manera de sumergirse en el tema, fue sentarse a preguntar.
Al principio, quienes pasaron antes las cuestiones de la dramaturga eran solo ingenieras, después llegaron mujeres con historias en carreras históricamente masculinizadas (CEO, conductora de rally, soldadora, disc-jockey, policía). Estudiantes, trabajadoras, jubiladas. La chica que soñaba es el resultado de una investigación con varias voces que se aúnan en el escenario con esta propuesta de teatro foro.
Y aquí llega la pregunta clave: ¿Qué es eso del teatro foro? La chica que soñaba responde a un tipo de metodología de teatro participativo, con la que el equipo de Cross Border Project convierte a los espectadores en actores, permitiendo que suban a escena sus reflexiones o propuestas. “El teatro foro es una herramienta que se emplea para la resolución de conflictos y trabajar la empatía”, sentencia la autora, y es algo que en Conde Duque, donde podemos ver la obra, queda justificado.
Este trabajo está compuesto por una pieza de 30 minutos inmutable, y después llega el juego de cambiarse la piel, de crear la realidad que te planteas, la parte diferenciadora de La chica que soñaba.
Durante una hora aproximádamente, el elenco formado por Anahí Beholi, Belén de Santiago y Ángel Perabá, reconstruyen la función junto a sus “espect-actores”, que, alentados por las preguntas de Lucia Miranda, jocker de la propuesta, revisan escenas, se cambian por los personajes y prueban si su visión es tan acertada como creían…o no.
“La chica que soñaba es un trabajo que permite ejercitar la democracia. Te sienta delante de puntos de vista muy diversos y se convierte en un espacios de escucha y prueba”.
Este proyecto de teatro foro plantea a un público de todas las edades, género y aspiraciones laborales, si existen o no carreras masculinizadas o, al contrario, feminizadas. Si a una mujer se le exige elegir entre la maternidad y su carrera, o si un hombre sabe apoyar a una mujer que decide elegir una carrera donde su género está arrinconado.
Lucia Miranda nos dijo que con La chica que soñaba buscaba “provocar que el público piense y escuche”. Y lo hace, porque el espectáculo es puramente eso: jugar, pensar, re-escribir. Actores y público consiguen en una experiencia teatral inmersiva y social que la chica que soñaba esta noche duerma mucho más tranquila.
Iduna RuSol / @IdunaRuSol