Este año la temporada teatral viene cargada de nombres y estrenos que harán las delicias de los aficionados. Y para abrir boca, nada mejor que acercarse al Teatro Bellas Artes, donde nos encontraremos con Oleanna de David Mamet. Montaje que promete incendiar la opinión tanto como hace 25 años, cuando se estrenó por primera vez.
Fernado Guillén-Cuervo y Natalia Sánchez son los encargados de dar vida esta historia donde, bajo una fina capa de aperentes buenas intenciones, el machismo y el abuso de poder campan a sus anchas. Un escenario que es a la vez despacho universitario y pista de esgrima, será el lugar dónde se desatará esta encarnizada lucha que hará tambalearse el equilibrio de poderes. El responsable de esta puesta en escena es Luis Luque quien, por segundo año consecutivo, abre la temporada del Teatro Bellas Artes y lo hace nuevamente con una función no especialmente amable.
Teatro Madrid.- ¿Qué es lo que Luis Luque ha visto en este proyecto para embarcarse en él?
Luis Luque.- Me encantan los textos que me obligan a replantear mis verdades más absolutas, mis convicciones acerca de cómo actuar o qué opinar ante una situación. Me excita poder contestar a esa pregunta tan interesante que es «¿Qué haría yo?
TM.- ¿Crees que 25 años después de su estreno Oleanna sigue levantando la misma polémica que entonces?
LL.- Pues viendo el debate encendido que hay a la salida del teatro puedo decir que es un texto que sigue escociendo. Es cierto que el pensamiento ha evolucionado, por ejemplo creo que hay un pequeño avance en materia de igualdad entre hombre y mujeres, eso sí, seguimos en la misma época donde impera lo políticamente correcto y, claro, al asistir a este combate los corazones se alteran.
TM.- Mamet dijo, tras las polémicas generadas después del estreno de Oleanna, que no vamos a hallar respuestas, más bien todo lo contrario, quizá lo que suceda es que nos cuestionemos aún más. Eso es de alguna manera el cometido del teatro, ¿no?
LL.- Sí, uno de esos cometidos es plantear un interrogante al espectador. Y Oleanna no sólo te hace una pregunta, te formula unas cuantas. Yo, como director no puedo ni debo contestarlas, sólo hacer que esas preguntas lleguen claras y de forma profunda al público.
TM.- Hasta ahora y tras la función, ¿qué reacciones ha tenido el público que ya ha podido verla?
LL.- Debate, posicionamientos encontrados, fricción, perplejidad. Es una obra provocadora que te vuelve del revés.
TM.- ¿Qué aporta este montaje a lo que ya se ha visto de Oleanna?
LL.- Nunca vi esta función en escena ni vi la película. He llegado bastante limpio ante el texto. Mi intención ha sido equilibrar y descubrir los secretos ocultos que encierran las almas de Carol y John. Con pocos prejuicios y sin escuchar mucho las opiniones acerca del texto.
TM.- En la función se habla, entre otras cosas, de la existencia de un machismo «consentido» o «normalizado” que a día de hoy aún está muy presente entre nosotros. También podría decirse que habla del abuso de poder y de los límites del ser humano, ¿qué aspectos has querido destacar?
LL.- Sí, ese machismo de progresista que dice cosas estupendas, pero que te agarra el muslo a las primeras de cambio. También esa lucha en la ascensión social que recorre toda la función es un tema increíble; volvemos al «¿qué haría yo por conseguir esa casa, ese coche, ese estatus?» Y luego el rasgo más provocador es que Mamet pone la bomba en manos del débil y este la hace estallar.
TM.- 2017, en cuanto a teatro, está siendo un año bastante productivo para Luis Luque, ¿cómo lo ves tú?
LL.- Estoy feliz y agradecido, y al mismo tiempo algo angustiado. La creación te lleva por caminos muy polarizados y a veces hay que frenar para poder volver a conectar con la vida.
Texto y Foto de José Antonio Alba