MENTES PELIGROSAS: ESPECTÁCULO DE HUMOR

Luis Piedrahita: «El ingenio es el hermano tonto de la inteligencia»

Inspirado en las fiestas de antiguos alumnos, 'Mentes Peligrosas' es el reencuentro en el que se podrá disfrutar de los cómicos más importantes de la historia

Nunca es tarde para volver a ser niño. Luis Piedrahita se vuelve a enfundar en un uniforme de colegio como cuando era niño e iba a un colegio de curas. Lo único que ahora lo hace con un significado totalmente diferente, presentar el cartel de este espectáculo en el que se junta con profesionales de la comedia, algunos de los cuales llevan ya 25 años encima de las tablas. En esta entrevista, nos presenta Mentes Peligrosas que está agotando localidades en su paso por los teatros de toda España y con una ansiada parada en Madrid el 7 de diciembre en el Wizink Center. Hablamos con Luis Piedrahita de aquel niño que fue y del cómico en el que se ha convertido hoy.

¿De qué trata exactamente el espectáculo?

Es una reunión de compañeros de profesión, no de compañeros de escuela ni de colegio, pero sí de profesión que llevamos 25 años dedicándonos a lo mismo, que nos hemos conocido cuando empezábamos, cuando aprendíamos, cuando nos buscábamos, nos conocimos cuando yo buscaba mi personaje, cuando Eva buscaba el suyo, cuando no sabíamos hacia dónde íbamos a tirar y no sabíamos que iba a ser de nosotros y, 25 años después, nos volvemos a juntar. Esto nos sucedía en A Coruña, en el EMHU, el encuentro mundial de humorismo, que se celebra a todos los años en A Coruña. Descubrimos que era un reencuentro muy bonito y que estaría muy bien que esa energía, ese espíritu que tenía ese reencuentro en el EMHU, pudiéramos llevarlo en escenario. De ahí surgió la idea de hacer un espectáculo donde estos cómicos que nos conocimos en el origen del stand-up comedy en España pudiéramos hacer cada uno un trocito de lo que ha aprendido a hacer en estos 25 años.

¿Cómo eras hace 25 años?

Era un tipo abierto a todo, yo no tenía un plan, yo estaba a tomar decisiones y las decisiones fueron tomadas con una sabia ingenuidad que me fueron llevando donde estoy ahora. Creo que tenía ganas de disfrutar, me interesaba mucho el humor, me interesaba mucho la magia, me interesaba mucho el cine, y  de esa mezcla surgió una propuesta artística curiosa que he podido hacer en televisión. He podido hacer en los libros, en los teatros y la más humorística a la que se indica más el ingenio. El ingenio es el hermano tonto de la inteligencia, esa especie de jugar con las palabras, con los conceptos, con las ideas, hacerlos chocar, rebotar entre ellos, eso es lo que voy a hacer aquí en este espectáculo.

¿Qué te hizo empezar con el humor?

Empecé en la universidad, estudiaba comunicación audiovisual y me especialicé en guion y veía que todo lo que escribía tendría una tendencia irrefrenable al humor. Entonces, me dije: «bueno pues tendré que ir por el mundo de la risa» pero no sabía si iba a escribir series, películas… no sabía lo que iba a hacer.

Cuando terminé la universidad envié mi currículum a algunas productoras y me contrataron en una donde necesitaban a guionistas de comedia y estaban empezando un programa absolutamente desconocido en España que se llamaba El Club de la Comedia. Te hablo del año 99, allí el jefe de guion y mi jefe, el que me contrató, era un señor bajito muy trabajador y pelirrojo que se llamaba Pablo Motos. Allí nos conocimos en el 99 escribiendo junto con Juan Herrera, Laura Llopis, Arturo González Campos, Rodrigo Sopeña, David Navas y algún guionista más. Escribíamos los guiones de todos los cómicos que pasaban por el Club de la Comedia, que en aquel momento no era el Stand Up Comedy genuino sino que eran los actores más famosos de comedia del país a los que nosotros les escribíamos un monólogo. Y en un momento dado surgió la oportunidad de que yo hiciera uno en la tele y quedó muy bien, entonces ahí seguí pero en ningún momento yo quería dedicarme a la Stand Up Comedy.

¿Llevabas uniforme en el colegio?

Iba a un colegio de curas y tenía que llevar un uniforme. Yo lo usaba más bien como una armadura, como un mandilón, como algo que pudiera manchar, romper y no hubiera especial drama. Es cierto que homogeneiza y quita personalidad y rasgos distintivos, esa es la parte mala. Lo bueno es que tú vas al colegio y te puedes tirar en el suelo y revolcarte sin preocuparte de romper un jersey, un pantalón o una ropa que te guste.

¿Cómo trabajas el ritmo en la comedia?

Cada uno lleva el ritmo que ha aprendido, mi ritmo es distinto al de Eva (Hache), al de Ana (Morgade), y al de Carolina (Iglesias) y al de Leo (Harlem). Cada uno hace su tempo, es cierto que hay partes en las que nos juntamos, sobre todo Eva y Ana que son las que están siempre y ya tienen que, digamos, tocar jazz juntas. Es decir, tienen que ir al mismo tiempo y de hecho en el jazz se hace eso, hay unos patrones, hay unas estructuras subyacentes que son a las que tiene que pegarse el músico. Y, aunque cada uno hace lo que quiere, siempre hay un tempo al que hay que ir y siempre hay unas pequeñas estructuras a las que hay que ceñirse. En mi caso como voy yo solito no hay ningún problema pero sí que es maravilloso ver a Eva y a Ana tocar juntas.

¿Cómo era Luis Piedrahita en el colegio?

Me gustaba el arte, era bueno en inglés pero no te creas que me gustaba especialmente ninguna asignatura. No me gustaban las matemáticas y luego hice una peli sobre matemáticas, no me gustaba lengua y luego hice secciones en la radio y libros sobre la lengua castellana pero no había ninguna que me gustara especialmente. La parte que me gustaba del colegio era el recreo, las asignaturas era un desierto que había que atravesar para llegar a ese oasis que era el recreo y estar con los amigos y jugar, divertirse y hacer bromas.

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Escrito por

Redactora Jefa de Teatro Madrid. Estudié Ciencias de la Información en la Complutense e interpretación con la técnica Meisner y Lecoq, donde descubrí la importancia de la escucha y el potencial del cuerpo.

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