Pablo Remón no suele mentir en los títulos con los que identifica las obras que dirige o adapta. El público que fuera a ver Doña Rosita anotada, El tratamiento o Sueños y visiones de Rodrigo Rato, por nombrar solo algunas, sabe de lo que hablamos. En esta ocasión, alcanza otro nivel con Vania x Vania, dos obras diferentes o dos partes de una misma obra o una tarde entera para disfrutar en Naves del Español en Matadero de una adaptación doble de Tío Vania, de Antón Chéjov.
Su propuesta se resume en dos acercamientos diferentes a un mismo texto, reescrito en dos versiones nuevas y originales, en estilos muy distintos. Dos obras independientes, interpretadas por los mismos actores: Javier Cámara, Juan Codina, Israel Elejalde, Marta Nieto, Manuela Paso y Marina Salas. Con esta última, nos sentamos a charlar un ratito, imaginando la finca y la enorme casona en la que habitan estos personajes rendidos a la cotidianeidad y a lo que no son.
¿Cuándo oíste hablar por primera vez de este Vania x Vania?
Hará un año más o menos que me llamó Pablo, a quien conocí en la gira de Los farsantes porque sustituí a Bárbara Lennie. En esa llamada, me preguntó si me interesaba hacer Sonia y le dije que por supuesto, que lo que quisiera.
El Vania 1 es un Chéjov desnudo. ¿Cómo se desnuda un Chéjov, desde qué perspectiva lo habéis abordado?
No sé si hay autores a los que realmente hace falta desnudar o es más que te desnuden a ti. Creo que lo que ha hecho Pablo ha sido acercarse a este autor para desnudarse en muchos aspectos, autoral, formal y artísticamente. Y nosotros a través de él porque lo que haces es seguir la propuesta del autor e intentar contarla entre todos. La primera obra, a nivel de propuesta formal, ya es muy desnuda. El texto sería la máscara. Es una función muy textual. Y en la segunda, creo que hay una desnudez en cuanto al riesgo que toma la propuesta.
¿Cuál es el conflicto que más te interesa?
Creo que Chéjov y esta obra en concreto hablan mucho de no ser querido, de no ser visto, de los sueños y deseos incumplidos, de cómo te tienes que aceptar y de la rutina y la vida que no quieres. A mí eso me interpela mucho porque huyo precisamente de la rutina todo lo que puedo, de la repetición, de lo conocido. Me dedico a esto para huir de ese mundo que ya conozco. Creo que la obra, sobre todo al final, me remite a eso.
Como actriz, ¿vives estos dos Vanias como dos obras de teatro o como una misma?
Ahora mismo, como una porque digo que voy al teatro y ya. Pero es interesante el momento en el que acabamos la primera y te das cuenta de que viene la segunda. Lo bueno es que son diferentes y no tengo la sensación de que me repito.
De Chéjov me gusta mucho el tema de la belleza, que parece estar en un segundo plano, pero siempre está ahí. ¿Dónde o cómo crees que está la belleza en Vania x Vania?
Yo creo que cuando Chéjov escribe sobre eso, apela a la belleza no solo física. En este caso, no hemos entrado en la belleza o en la fealdad que se nombran con Sonia y Elena, porque no iba por ahí. Pero es un tema y más ahora, con tantos filtros. Además, tengo la sensación de que la fealdad está muy negada. Pensaba también en los opuestos complementarios de la vida y en lo importante que son unos y otros; la sorpresa y la rutina, la belleza y la fealdad, la pobreza y la riqueza… es importante que existan las dos cosas y creo que no aceptamos el negativo muchas veces. No nos damos cuenta que sin eso, lo otro no existe. Creo que, como sociedad, estamos condenando eso.
¿Ha cambiado mucho la percepción o el acercamiento que tuvieras hacia Tío Vania después de pasar por estas obras?
Los proyectos te pillan en determinados momentos de la vida. Hice esta obra, también Sonia, con Daniel Veronese hace 7 años, una versión. Y nada que ver. Es curioso porque el acercamiento que estoy teniendo a este material es otro totalmente diferente y cómo me puedo acercar a esos conflictos es distinto. Porque al final, partes de quién eres tú ahora, en qué momento estás, cómo has cambiado, evolucionado.
Conocemos a un Vania ya cansado, nostálgico, hastiado de su propia existencia. ¿De qué estás cansadas o harta tú a día de hoy?
En general, tengo bastante aguante. Es lo que me ha llevado a donde estoy, ya que no hubiera salido de mi lugar de origen. Creo que estoy bastante cansada de callar, es lo que más me cansa, no expresar. Y por eso también me dedico a esto, porque entiendo que el teatro es un lugar donde lo no expresado puede decirse. Básicamente, te sana. Callar e ir como quedando bien te va alejando de quien eres.
¿Qué esperas del teatro actual, qué te gusta ir a ver?
Voy por épocas. Lo último que he visto es La fortaleza y es precioso, de lo mejor que he visto, me fascinó. Me gustaría ver voces particulares y originales, que sean íntimas, pero que a la vez puedan apelar y dar un salto a la ficción y que todo el mundo se sienta interpelado. También me gusta mucho que el teatro sea sexy, atractivo, porque creo que es necesario para llegar a la gente joven, por ejemplo.
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