Miguel del Arco y La Joven del CNTC dan mambo a ‘La señora y la criada’ de Calderón

José Antonio Alba

Todos sabemos el gusto de Miguel del Arco por meterle mano a los clásicos. Desde Pirandello, pasando por Molière, hasta llegar a Shakespeare, e incluso permitiéndose flirtear con Lorca. Los coge a todos por banda y a modo de Personal Shopper les da un giro, sacudiéndoles la reverencia de encima para, sin faltar el respeto a la esencia, convertirlos en algo que siga sorprendiendo a pesar del tiempo y la cantidad de puestas en escena. Ahora ha querido rescatar La señora y la criada del fondo de armario de Calderón, una comedia palatina «casi vodevilesca», a la que ha vestido con ayuda de Julio Escalada, con escotes sugerentes y faldas que marquen bien las caderas para subirla por primera vez a las tablas del Teatro de la Comedia y hacer que se contonee divertida y descarada al ritmo del Mambo Italiano.

«Pongámonos serios, que hacemos comedia» les dijo Miguel del Arco a los actores y actrices de la nueva hornada de La Joven del CNTC para enfrentarse al reto de poner en escena la que es su primera comedia total como director. Del Arco buscaba de entre todos los textos de Calderón «una comedia pura y dura», que tuviera «una estructura que sea tan rápida y tan brillante que solo quieras dejarte llevar». Después de decidirse por La señora y la criada, huyendo de los títulos mas representado para poder trabajar «un poco más libre de comparaciones», Escalada y él se pusieron a trabajar mano a mano para crear una versión que transcurriera en la Italia de mediados del siglo pasado, «me da esta cosa italiana que me gusta mucho de Sofia y Marcelo, de Divorcio a la italiana», y aprovechando que en esa época aún se permitían los matrimonios de conveniencia, construir una propuesta que lograra que el espectador «Se olvide que está viendo una cosa de época».

La historia nos presenta a dos jóvenes enamorados, procedentes de familia noble, que han sido destinados por sus padres a casarse con quienes ellos no desean. En un acto de rebeldía, cada uno por su cuenta, decide urdir un plan que los haga acabar juntos. Mientras tanto, los criados, que también cuentan con sus propios problemas matrimoniales, se encontrarán en medio de los planes de sus señores, algo que aprovecharán en su propio beneficio. Logrando que el enredo y la confusión se apodere de todos.

Del Arco cuenta que lo que más le gusta de La señora y la criada es que no vamos a encontrar la típica estructura de las comedias de enredo del Siglo de Oro ni personajes bobos, si no una trama en lo que predomina el amor y el furor de unos personajes sorprendentemente libres para la época, de los que destaca «la fuerza de las dos protagonistas» y donde «el deseo está muy vivo, no se andan con chiquitas». Una versión «con un ritmo apabullante» de la que Julio Escalada dice haberse enfrentado con «el máximo respeto y la máxima licencia», cuestión nada sencilla según nos explica, en un intento de «potenciar su comicidad».

En escena los enredos estarán enmarcados por la escenografía cambiante de Amaya Cortaire, la luz de Juanjo Llorens y la partitura de Arnau Vila «Hay momentos en los que la escenografía, la luz y la música cambian juntas. Para mi era esencial, como un mecanismo de relojería» dice el director que hace especial énfasis en la música, de gran peso dentro de la trama, aportando comicidad y dinamismo a las transiciones, incluso siendo las únicas líneas de diálogo de alguno de los personajes, hasta el punto de tener la sensación, por momentos, de estar viendo un musical gamberro y delirante. Y es que, como dice Del Arco: «Aquí hay mucho mambo… a la italiana».

José Antonio Alba / @joseaalba

Fotos Sergio Parra

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