DEL 30 DE MARZO AL 23 DE ABRIL

Nacho Guerreros y Raquel Pérez: «Los personajes no suelen ir a terapia, por eso pueden contar estas historias tan profundas»

'Sobre el caparazón de las tortugas' transita en el Teatro Fernán Gómez una montaña rusa de emociones sobre la paternidad, los asuntos sin revolver y la necesidad de aparentar

Andrea Garriga
Imagen de la obra Sobre el caparazón de las tortugas' con Nacho Guerreros y Raquel Pérez en el teatro fernán gómez de madrid

‘Sobre el caparazón de las tortugas’ estará en cartel desde el 30 de marzo al 23 de abril en el Teatro Fernán Gómez.

El actor Nacho Guerreros y la actriz Raquel Pérez protagonizan Sobre el caparazón de las tortugas en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. Un texto de Ignasi Vidal dirigido por Susana Hornos que reflexiona sobre el efecto que pueden provocar en los hijos los asuntos sin resolver de sus padres, sobre la necesidad de aparentar aquello que no somos y sobre la profesión del actor.

La pieza adentra al espectador en la vida de Alicia y Héctor, una expareja divorciada hace tiempo, que se encuentra para hablar de los desajustes emocionales de su hija. Los dos protagonistas disimulan su sentido de culpa en un tira y afloja de reproches que culmina con el descubrimiento de un hecho que nunca se debería haber producido.

Nacho Guerreros confiesa que esta es una de las funciones más difíciles en las que ha trabajado: «He tenido que viajar a una parte un poco oscura y sórdida, y eso fue precisamente lo que me atrapó: poder viajar de esta forma como intérprete». Afirmación que corrobora su compañera de escena Raquel Pérez, quien añade que la obra «es una vorágine de cosas tremendas», pero que a la vez está siendo muy placentero porque «desde el minuto uno Nacho y yo hemos tenido una química brutal y nos divierte mucho trabajar juntos».

Entrevista a Nacho Guerreros y Raquel Pérez

TeatroMadrid. ¿Qué une a vuestros personajes? 

Nacho Guerreros: Les une la protagonista de la función, que es su hija Marta y nunca sale en escena. Marta está en boca de ellos durante toda la obra y, de hecho, es el desencadenante de toda la acción. La hija es la que ha provocado la situación que presenciará el espectador, la causante directa o indirecta de todo lo que le ocurre a estas dos personas. 

Raquel Pérez: Sí, nuestros personajes realmente funcionan como un matrimonio aunque estén separados. Se quieren mucho. 

Nacho Guerreros: Se quieren también entre reproches, la acción ocurre en una reunión familiar en la que todo lo que no se ha dicho hasta ahora sale a la luz en ese momento. ¿Por qué ocurre? El espectador lo averiguará. 

T.M. ¿Qué significa ‘caparazón’ en el título Sobre el caparazón de las tortugas?

R.P. El caparazón es lo que protege a las tortugas y en este caso, según el autor, es lo que protege a los protagonistas de sus recuerdos. De los malos y de los buenos. Los recuerdos pueden ser en ocasiones bastante tortuosos.

T.M. ¿Creéis que se puede superar un mal recuerdo?

N.G. Creo que con el paso del tiempo se pueden olvidar o edulcorar ciertas situaciones. Está biológicamente comprobado, de hecho, que cuando tienes una experiencia negativa puedes llegar a olvidarla inmediatamente. Hay casos, por ejemplo, de accidentes de coche en los que la gente ha olvidado el momento del golpe. Si no fuera así, la vida sería insoportable. 

R.P. Sí, y creo que también depende de las terapias que uno haga. Creo que una buena terapia ayuda a superar o a colocar esos recuerdos en algún sitio llevadero y eso hace que uno pueda convivir con determinados recuerdos o experiencias. Si no los trabajas, se crean agujeros enormes, como lo que ocurre con nuestros personajes.

Imagen del actor Nacho Guerreros

Nacho Guerreros ha trabajado en las series de televisión ‘Aquí no hay quien viva’ y ‘La que se avecina’ y en la obra ‘Juguetes Rotos’.

T.M. ¿Heredan las hijas y los hijos los caparazones de sus padres?

R.P. Desde luego.

N.G. Totalmente, sí. 

R.P. Heredan y adquieren. Hay una parte que creo que es hereditaria y otra que se adquiere a través de la educación, hábitos… Lo que ven en casa. Yo soy madre y descubro muchísimas cosas mías o familiares a través de mi hijo. Una va descubriéndose tras las experiencias y vivencias de los hijos y eso es inevitable.

En el caso de esta obra, cuando has escogido tener una hija, porque es lo que hay que hacer o porque queda mejor en la foto familiar y, además, has estado tan enfocada en el trabajo que la has dejado de lado, al final la niña acaba siendo un poco una bomba de relojería. Se va inflando, inflando, inflando hasta que un día explota. 

T.M. ¿Qué papel tiene la culpa en esta función?

N.G. ¡Y no solo las nuestras, también las que heredamos! Como hemos dicho antes, nos han educado en la culpa constante y eso provoca que llevemos una joroba que intentamos eliminar o corregir de cualquier manera. Creo que, en esta pareja, se ha intentado corregir con la apariencia y con el alcohol. Eso ha maquillado todo lo que hay detrás. 

R.P. Se habla de la culpa pero también de la cobardía a la hora de enfrentar los problemas. Esa cobardía que hace que no te enfrentes en el momento en el que están sucediendo las cosas es lo que luego te genera esa culpa tan grande con la que malvives porque, como dice Nacho, tapas y disfrazas con el alcohol. 

T.M. ¿Qué vacío intenta llenar el ser humano con en el trabajo?

R.P. En la obra hay un alegato a cómo se vive a veces la profesión del actor. Se vive con una intensidad que parece que uno deja de enfocarse en otras cosas. Esas ganas de llegar a algún lado soñado, de tener éxito… Al final, nuestros personajes sí lo han conseguido pero no les ha nutrido como pensaban que les iba a nutrir. Mi personaje tiene un discurso maravilloso sobre esta profesión, que creo que tanto Nacho como yo en cierta manera estamos de acuerdo: uno vive por y para la profesión desde que empieza muy jovencito, se entrega entero y, al final, dices: ¿Ha merecido la pena o me he perdido cosas?

N.G. Y, aparte de todo esto que comenta Raquel y estoy de acuerdo, esta es una profesión en la que se ha frivolizado en exceso, ahora mucho más incluso con las redes sociales. Este matrimonio aprovecha la situación para adoptar a una niña para que el escaparate y la foto sea completa. Esto es algo que ha pasado mucho en la profesión también, esa “hijitis”: «Si tengo una niña guapísima, mejor, porque tiene que ser guapa». No es lo mismo que salga en la foto una chica guapa que una con problemas, como el caso de Marta. 

T.M. ¿Por qué las personas tienen la necesidad de aparentar? ¿Creéis que es algo que llevan intrínseco o que es el resultado de falta de autoestima u otro vacío?

R.P. Yo creo que es una cualidad del ser humano, creo que en el fondo todos necesitamos estar en un escaparate y los actores doblemente, ya que lo estamos tanto durante como después de la función. De todos modos, creo que esa necesidad tiene que surgir por la falta de algo.

No podemos revelar muchas cosas del texto pero durante la función se va descubriendo qué le ocurre a los personajes. Éstos tienen un pasado con bastantes agujeros emocionales, pero como cualquier ser humano. Luego están los que van a terapia y los que no. Los personajes no suelen pasar por terapia, por eso pueden contarnos estas historias tan profundas y con tantos recovecos como los que tiene esta historia.

imagen de la actriz Raquel Pérez

La actriz Raquel Pérez compagina su trabajo como actriz con el de directora, profesora y coach de actores.

T.M. ¿Cómo ha sido el proceso de creación de vuestros personajes?

N.G. Comenzamos con improvisaciones. Tengo que decir que creo que esta es una de las funciones más difíciles que he hecho. Sobre todo muy difícil de memorizar y retener. Los personajes son personas que van pasando de un reproche a otro, de la caricia al lamento.

R.P. Sí, fue un proceso muy intenso. Como dice Nacho es la función más difícil que he tenido en mis manos y, a pesar de eso, disfruto la función como una enana. Aunque hay días que parece que te estás metiendo como en un agujero sin fondo, en una profundidad que no sabemos muy bien dónde nos va a llevar, disfrutamos mucho haciéndola.

T.M. ¿Fue precisamente eso lo que os sedujo del texto?

N.G. A mí me gusta mucho encadenar trabajos y mostrar facetas diferentes de mí y este personaje mostraba una faceta que yo nunca había mostrado. Hacía poco además había visto la película Función de noche, un docudrama de los años 80 que fue muy novedoso. Me impactó mucho esa historia y esta obra de teatro me la recordaba y quise meterme de lleno. 

R.P. De hecho Ignasi Vidal cuenta que esa película le inspiró para crear esta obra. A mí lo que me atrajo fue el tema de la obra. Me toca muchísimo y me revuelve el estómago lo suficiente como para querer hacerla. Es una función con un nivel de violencia brutal, a pesar de que luego tiene mucho humor. Seguro que a todo el mundo le toca. 

T.M. ¿El público saldrá reflexionando sobre esos posibles caparazones que lleva puestos?

N.G. Sin duda, de hecho hemos podido comprobar la reacción del público en las funciones que llevamos. En una función una madre me dijo que se alegraba mucho de haber traído a su hija. El público, a mitad de la función, se quedará ojiplático porque no se espera ese giro que no podemos desvelar. 

R.P. La gente sale removida y siguen recordando la obra días después, y creo que esa es una función importantísima del teatro. Para mí dejar ese poso en el espectador es lo mejor que puede pasar.

Escrito por
Andrea Garriga TWITTER

Graduada en Arte Dramático. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista de TeatroMadrid.

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