‘Nada que perder’ en Cuarta Pared, la chispa que prende todo

Irene Herrero
Imagen de 'Nada que perder' en Sala Teatro Cuarta Pared

Imagen de ‘Nada que perder’ en Sala Teatro Cuarta Pared.

El teatro parte de la pregunta, de la gran pregunta que genera otras tantas preguntas y no es mejor el teatro que pretende dar con las respuestas sino el que busca seguir encontrando interrogantes, enfrentarnos a nuestras contradicciones y buscar las grietas. Por eso, Nada que perder es teatro en mayúsculas. Esta pieza, que se volvió a estrenar el pasado 8 de septiembre en la Sala Teatro Cuarta Pared, se vertebra precisamente a través de preguntas, en realidad, a través de ocho interrogatorios puros y duros que se entrelazan como un puzzle para construir una única historia de seres conectados.

Nada que perder, estrenada en 2015, es la primera obra de la Trilogía Negra (producción de la Compañía Cuarta Pared). Tras recorrer numerosos festivales, comunidades autónomas e incluso cruzar el charco a Sudamérica, ha vuelto al escenario que la vio nacer con el patio de butacas lleno y un público más que entregado. La obra dirigida por Javier G. Yagüe acumula más de 200 funciones a sus espaldas y ha sido aplaudida por más de 30.000 espectadores.

La imagen de una enorme pila de bolsas de basura que arde por culpa de una pequeña chispa es una metáfora de la propuesta escénica, una propuesta que integra la serie negra y el thriller con un teatro reflexivo y provocador que parece partir de la mayéutica socrática. Son precisamente las preguntas las que desencadenan el caos como esa inocente chispa, las que nos enfrentan a una verdad que conocemos muy bien aunque a veces no la queramos mirar a los ojos. Tal y como podría exponer el personaje del profesor de filosofía a sus alumnos, la mayéutica utiliza el diálogo como instrumento para alcanzar el conocimiento. El maestro no inculca el conocimiento ya que se niega que la mente sea un receptáculo en el que se puede colocar algo.

Imagen de 'Nada que perder' en Sala Teatro Cuarta Pared

Imagen de ‘Nada que perder’ en Sala Teatro Cuarta Pared.

El texto de Quique y Yeray Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe rima preguntas existenciales con cuestiones aparentemente banales en una armonía perfectamente equilibrada y aborda cuestiones de la «vida moderna» desde la ironía y el humor negro. Nada que perder nos sumerge en las cloacas de la sociedad. Recupera la basura que tiramos sin mirar atrás, abre las bolsas y las vacía sobre la mesa obligándonos a mirar. Con amabilidad (a veces) y sentido del humor (casi siempre) nos enfrenta a la corrupción, los problemas de comunicación, la precariedad laboral, la salud mental, las crisis globales, la violencia institucional… Desde la escenografía, firmada por Silvia de Marta, se apoya la tesis de que vivimos entre basura y el texto nos interpela y nos reta con preguntas como «¿Es lo mismo un trabajo sucio que un trabajo basura?».

Dice el personaje del profesor que «las crisis globales son cíclicas (igual que las amnistías fiscales)» y tal vez por eso, siete años después de su estreno, Nada que perder es un texto de absoluta actualidad. Con una tasa de paro juvenil del 38,38% resulta claro que no hemos resuelto la precariedad y la falta de oportunidades para los jóvenes. Los millennials, los nacidos entre los ochenta y los noventa, bautizados como generación perdida, afrontan su tercera crisis económica en poco más de una década sin demasiadas alternativas ni esperanzas.

Resultan especialmente dolorosos personajes como el concejal, con esa matriarca magnífica y desternillante capaz de sacarte una carcajada mientras sientes un pinchazo de culpabilidad y reconocimiento. Ese concejal al que podemos ver en las caras de muchos de nuestros políticos educados en la idea corrupta de que «el dinero va de bolsillo en bolsillo así que mejor que sea de alguien conocido». El texto nos lleva de paseo por nuestras contradicciones más profundas y deja caer con suavidad preguntas que se clavan como dardos envenenados: «¿cómo se le explica a un niño que ha venido a un mundo sin techo? ¿vale más mi familia que la de otro? ¿de qué lado de la puerta quieres estar?»

El éxito de esta propuesta solo es posible gracias al trabajo excepcional de sus actores. El elenco formado por Marina Herranz, Javier Pérez-Acebrón y Guillermo Sanjuán realiza un trabajo magnífico dando vida a una batería de personajes diversos y maravillosos. Pérez-Acebrón y Sanjuán son capaces de construir una padre y un hijo solamente a través de un abrazo deseado. Destaca especialmente el trabajo de Herranz, que además fue galardonada con el Premio a Mejor Actriz en el XX Certamen Nacional de Teatro de Rioja Haro 2017. La actriz realiza un trabajo detallista y grandioso dando vida a personajes femeninos fuertes, poliédricos y bien definidos.

Nada que perder es una obra actual y necesaria que vuelve a Cuarta Pared para dar una nueva oportunidad a aquellos que se la perdieron. Aquí hay dos opciones: seguir el consejo del profesor de filosofía, que recomienda con ironía «corred y dejad atrás las preguntas», o pasarse por Cuarta Pared y dejarse llevar por ellas. Yo lo tengo claro…

Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi

Escrito por

Soy periodista, aunque me dedico también al marketing y la comunicación cultural. En los últimos me he atrevido a dar el paso hacia la dramaturgia y la dirección escénica y creo que ha sido amor a primera vista.

Creo en el poder transformador de las historias y nunca salgo de casa sin mi cuaderno.

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